Por Xóchitl Rivera Beltrán
11 de diciembre, 2018
A Alma
Fui a tu casa el año pasado en este día. La peregrinación anual a la Basílica de Guadalupe convoca siempre mucha gente. Una gran parte de los peregrinos utilizan la avenida Zaragoza y a mí, que me traslado desde allá, me preocupaba no llegar a las 7 de la mañana al café para trabajar. Entonces te pedí quedarme en tu casa. Era más fácil llegar desde Metro Xola que desde Acatitla. Dijiste que sí.
No sé si fuimos a la Escorial por pan o si cenamos en el Café-Son, pero recuerdo el frío de esa noche. Recuerdo tu cama sin colchón, el espejo de tu cuarto y a Conejo; también el té de manzanilla (estoy segura que aún no te la acabas, tú preferías el toronjil).
La mañana del 12 fue glacial, amanecimos uno o dos grados bajo cero y, aunque llevaba botas, sentía mis pies como dos bloques de hielo mientras caminaba sobre Leibnitz a eso de las 6:30am.
Hoy amanece más clarito, pero ya no somos amigas.