Por Catalina Correa
Todavía vengo cruzando la calle
en la que tuve la finita garantía
cierta alegría de haberme visto
parecida a lo que entiendo de mí misma
como te decía, vengo cruzando
transversal al bondi1 lleno
la moto del delivery, el carro con el caballo
los cartones y los autos,
fugazmente recordando el sueño de anoche
en el que aparecieron ladrando
todos los que fueron mis perros:
el Fermín, la Mora, la Amy Winehouse, el Paco
y otros más rápidos pasaron
como los relámpagos en el cielo.
Camino redespacio y me doy cuenta
relojeo todo, no quiero ignorar
lo que pasa de mi casa a la vuelta,
de repente y habiendo tanto mundo
viene a caérseme la última gota
de lluvia sobre mi pucho2
puteo en voz alta
para que por la boca
la bronca canalice
y, en eso,
no sé porqué resuena adentro
¿de mi cabeza?
esa frase que dice que el cuerpo dice
lo que la boca calla
o algo así, cuando leo
quejas en barnices
gritos de mujeres
toda la ciudad pintada
con grafitis que me alertan
que me enseñan, que me encantan
porque deben contarme,
por ejemplo, lo que la Voz del Interior3
sabe y se guarda.
Vengo cruzando y me veo reflejada
en las paredes, en los puños
en las gotas de aerosol salpicadas
en la teta que falta y
en la otra envalentonada.
Me subo a la vereda agotada
-Pavese y Trabajar cansa-
se me ocurre que en seguida
llegaré a casa pero no,
nunca esa carta
porque incluso en ésta y otras
venideras y pasadas
perpendiculares trasnochadas
aunque sea remando o reptando
todavía vengo cruzando.
Córdoba – Argentina 2016.
1 Transporte urbano, colectivo.
2 Cigarrillo.
3 Medio hegemónico de comunicación de Córdoba.