Hace algunos años iba caminando hacia mi casa sola, de noche. Al entrar a mi calle (una que es muy solitaria y oscura) me percaté que un sujeto me venía siguiendo: joven, delgado y cargaba una mochila. Ya me había percatado de su presencia cuadras antes, sobre la avenida principal que tomo para llegar a casa, pero no creí antes que alguien de apariencia “inofensiva” me estuviera siguiendo.
Lo que hice fue meterme a una privada metros antes de mi edificio y plantarme frente a la primera casa iluminada que vi: varios focos encendidos en el patio y un perro de esos que ladran mucho. Fingí vivir ahí gritando: “Mamá, ábreme. Olvidé mis llaves.” Hasta saludé al perro como si fuera mi mascota.
El sujeto me dio las buenas noches y, estúpidamente, me preguntó si esa calle tenía salida. Le contesté que sí y apenas avanzó unos metros corrí todo lo que pude a resguardarme en casa. Afortunadamente no vio donde vivo.
Así mismo, hace unos meses me siguió un hombre claramente intoxicado por la calle, era por la tarde y había poco tránsito de personas. Me metí en la primera tienda que vi y explicándole a la encargada del mostrador el problema. Amablemente permitió que me resguardara hasta que fuera seguro volver a salir.
También hace muchos años cuando estudiaba la universidad, estaba en una fiesta casera. Recibí una llamada por lo que subí a la planta alta para poder hablar. Entonces lo sentí: un sujeto subió tras de mí y comenzó a frotar su pene en mi trasero. Rápidamente lo golpeé con mi bolso en la cara y bajé corriendo a contarle a mis amigos. Lo corrieron de la fiesta.
Desde la vez que el sujeto me siguió por la noche, cuido estar muy atenta de mis alrededores, si es de noche evito caminar sola y estoy pendiente de las sombras para asegurarme que no me esté siguiendo alguien. Definitivamente ya no uso audífonos al caminar por la calle.
Pongo especial atención a los hombres que se cruzan en mi camino. Si alguno me da mala espina, saco mis llaves asegurándome de hacerlas sonar y lo miro fijamente para hacerle saber que, sean cuales sean sus intenciones, no me va a tomar desprevenida.
En general mi estrategia ha sido protegerme buscando resguardo o ayuda de otras personas. A excepción del relato anterior, no me he visto en una situación en la que tenga que defenderme físicamente, de modo que todas las medidas de seguridad que tomo son para evitarlo.