Hace unos cinco años que una entidad femenina me aconsejó en un terreiro de umbanda que no dijera más la palabra miedo. Hasta allí nunca había pensado en mis miedos con tanta fuerza presencial y después de esa percepción no pude más dejar de verlos.
ecordó a la Catalina de hace 3 años, que moría por casarse. Recordó su emoción al pensar en el vestido blanco, y tan caro que iba a ser, en la ceremonia en Cartagena, de la que todas sus tías dirían después que fue “bellísima”, recordó su infinita alegría al decirle “acepto” a Rafael y sentirse que, por fin, sería alguien en su familia.
Esos comentarios, aunque no los digan con mala intención, lanzan y refuerzan el mensaje de que la valía de aquella mujer a quien se lo dicen está sustentada en el tamaño y la estética de su cuerpa
Con el hastag #MeTooMx, en tan sólo 15 días, medio millón de tuits pusieron en las redes sociales una conversación histórica y necesaria para las mujeres en México: denunciar la violencia que enfrentan, sobre todo la violencia sexual, principalmente esta vez, en sus lugares de trabajo y estudio.
“El feminismo busca la igualdad”, “Gracias al feminismo ahora tenemos el estatus de ciudadanas y podemos votar”, “El feminismo es la búsqueda de derechos humanos iguales para las mujeres»… Siento que he escuchado estas frases muchas veces, las he visto posteadas en Internet, las he visto estampadas en camisetas y repetidas como mantras.
A Concha Michel se le conoce principalmente por reunir e investigar cientos de canciones populares de la Revolución mexicana, ella misma escribió varios corridos anticlericales y de protesta social, e hizo poemas, obras de teatro y ensayos a través de los cuales exhortó a las mujeres a organizarse.