Por Heather Gies
Ya se sabe que el abuso intrafamiliar puede ser un señal importante de actos de violencia más graves, pero aún no se trata con la urgencia necesaria.
Los violentos suelen repetir su violencia. Eso es el dato que nos muestran varios estudios, pero, a pesar de las investigaciones, a la sociedad y las autoridades les sigue importando poco la violencia de género y intrafamiliar que muchas veces puede indicar el riesgo de abusos más graves.
Según un nuevo informe del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género de Chile, conocido como el Sernameg, casi 38 por ciento de las 27 víctimas de femicidio este año tenía una denuncia contra su asesino y otro 15 por ciento contaba con una medida cautelar. El femicidio siempre es chocante y trágico, pero los datos indican que a veces no es completamente impensable o inesperado.
Un informe parecido en Perú llegó a una conclusión similar en 2014. Lideresas del Centro de la Mujer Peruana indicaron que 34 por ciento de las víctimas del feminicidio habían denunciado previamente a sus agresores.
Es un asunto que el gobierno de Ecuador también ha subrayado. Aunque el mensaje del Ministro del Interior del Ecuador le pone la responsabilidad de evitar el femicidio en las víctimas mismas con un consejo que se acerca a culpar a las víctimas, destaca un punto importante que los asesinos de las mujeres suelen contar con una historia de violencia.
“El femicidio es la culminación de relaciones violentas motivadas por el odio, el desprecio, la venganza, el sentido de pertenencia desmedido por parte de hombres hacia sus parejas,” indica una nota del Ministerio del Interior ecuatoriano. “Este tipo de asesinatos pueden ser evitados si la víctima decide no callar el primer golpe, no permanecer a lado de un maltratador, si se atreve a denunciar el hecho antes de que quien se comprometió a amarla y protegerla le propine una herida mortal que la lleve a la tumba.”
Lastimosamente, no es tan simple porque muchas veces mujeres abusadas enfrentan mayor riesgo al punto de intentar de salir de una relación violenta, que es unas de las razones – junto con la dependencia económica y otros factores – por la cual algunas siguen en relaciones de violencia a pesar de su sufrimiento.
Además, frecuentemente las denuncias de violencia de género no son tomadas en serio o impulsan procesos de revictimizar y culpar a las víctimas, un hecho que les desanima a las mujeres que han sufrido agresiones a declarar. Si ni siquiera se ve con importancia las denuncias de violencia de género como tal, ¿como se puede imaginar que se toman en serio como señales de una posible violencia más grave?
Si no fuera suficiente la cuestión del femicidio, también se ha mostrado que hay un vínculo entre la violencia de género y matanzas como las que han pasado en Orlando, Charleston, y otros locales en los EEUU. Como explicó la escritora estadounidense Rebecca Traister: “más que cualquier religión o ideología particular, lo que resultan tener en común los responsables de ataques terroristas son historias de violencia doméstica.”
Los estudios lo han mostrado: los agresores muchas veces cuentan con historias de violencia intrafamiliar. ¿Entonces cuándo vamos a tratarla con la urgencia que merece?