Feminismo

[Opinión] «Quiero caminar segura» o breve ensayo sobre la autodefensa feminista

Ilustración: Betsy Petersen http://www.lottafromstockholm.co.uk/
Ilustración: Betsy Petersen
http://www.lottafromstockholm.co.uk/

Por Montserrat Pérez

¿Qué significa caminar segura? Hace poco me lo preguntaba, mientras colocaba mis llaves entre los dedos y cerraba el puño en una calle obscura. En realidad, esa noche, no sentía miedo. Mis movimientos y mis acciones con respecto a mi seguridad estaban calculados, iba tranquila por mí y por mi conocimiento sobre cómo reaccionar en caso de emergencia, pero no sobre las acciones de otros.

Afortunadamente, a lo largo de los últimos tres años, he podido participar en talleres de autodefensa feminista e incrementar mis conocimientos a través de amistades y familiares que tienen conocimientos de artes marciales. No soy experta, ni mucho menos. En realidad, más que los golpes o las patadas, me siento segura de mí porque la autodefensa va mucho más allá de la respuesta física a una agresión física (valga la redundancia).

Creo que también es importante recalcar que la parte “feminista” en la autodefensa. Por todos lados encontramos talleres y cursos de “defensa personal” y “defensa personal para mujeres”, sin embargo, muchos de ellos los imparten hombres y obvian temas que van más allá de la fuerza y las “situaciones de riesgo”.

La autodefensa feminista entiende las múltiples violencias que vivimos diariamente, entiende la necesidad de encontrar nuestra propia voz y, más importante, viene de mujeres para mujeres y se enfoca en el entendimiento de todo el sistema que nos rodea, cómo éste actúa de manera agresiva en diferentes situaciones. Entendemos cómo se nos ha dicho desde todos los frentes que somos “débiles” o que necesitamos alguien que nos salve (guácala) y lo cierto es que nosotras ni débiles ni nada, más bien no se nos ha permitido desarrollar nuestra fuerza ni demostrar nuestra agresividad o ser independientes, vaya.

Inclusive cuando nos sentimos con la capacidad de defendernos y hacer las cosas solas siempre sale por ahí: “¿Pero vas nada más tú? ¿Quién te acompaña? ¿Por qué no te acompaña un amigO?”. Supongo que los miedos de que andemos solas o que se lea como que vamos solas (porque a veces vamos en grupos de mujeres) viene de todo el contexto: desapariciones, feminicidios, violaciones. Sin embargo, ¿de qué sirve que vaya un hombre con nosotras, si él no tiene idea de qué hacer en momentos de crisis? Pues de nada. Y doble nada, si nosotras tampoco sabemos qué hacer.

También se trata de generar confianza en las mujeres que caminan con nosotras. Si salimos con amigas, ellas son nuestra red de seguridad y nosotras la de ellas. Hace unos meses caminaba con una amiga muy querida por una avenida muy grande de la Ciudad de México, era domingo y no había mucha gente. Pasó un tipo y nos empezó a decir cosas, muy bajito y siguió caminando, escondiéndose detrás de un carrito que iba empujando. Lo perseguí, preguntándole qué nos había dicho y por qué nos había dicho eso, que no tenía por qué hablarnos. Agachó aún más la cabeza y se fue, rápido.

Antes no hubiera hecho eso, pero ahora lo hago cada que sucede. Entiendo que, si me defiendo a mí, es probable que esté defendiendo a otra compañera en la calle, que el tipo que va murmurando entre dientes se la va a pensar dos veces en acercársele a alguna mujer.

Esto me lleva a otra cosa: la autodefensa feminista nos ayuda a leer situaciones, a observar nuestro alrededor, conocer el entorno en el que estamos y analizar conscientemente qué hacer en caso necesario. Nos ayuda a medir riesgos, ¿qué haría si, qué me es más conveniente? Esto implica un conocimiento de nuestras habilidades y capacidades físicas y emocionales. ¿Podría correr, sé soltar un golpe o una patada, qué tengo en la bolsa o en los bolsillos que me ayude a defenderme? ¿Sería suficiente mi voz y una mirada firme para que se alejen de mí?

Se convierte en un ejercicio cotidiano, no de paranoia o de miedo, sino de planeación y seguridad. Es ir construyendo algo dentro de nosotras que es complejo para explicar, pero que se siente como ir soltando cadenas y sentirse más presente y más poderosa. Yo me siento más grande, más fuerte, más ágil y, sobre todo, sé dentro de mí que no estoy dispuesta a dejar que me lastimen. Pienso, cuando alguien se me acerca demasiado: “no te conviene” y miro en consecuencia. Usualmente es suficiente para que me dejen tranquila.

Tuve la oportunidad de leer las historias de autodefensa de mujeres valientes que participaron en la convocatoria “Mi Historia de Autodefensa” de La Crítica y me di cuenta que todas siempre nos hemos defendido, a veces inconscientemente, a veces sabiendo que nuestra vida depende de ello. Ojalá todas siempre lograran escapar.

¿Qué significa caminar segura? No sé si tengo la respuesta, sé que para que sucediera completamente, tendría que haber un cambio estructural profundo, el mundo tendría que ser diferente. Yo puedo ir tranquila con lo que sé, con mi conocimiento y mi fuerza, pero no implica que no esté el potencial de ser violentada. De todas maneras, mis pasos, los míos, los doy con confianza. Cuando salgo con mi madre o mis amigas, siento eso, ese algo que antes no estaba y que me dice: “Si fuera alguien más, no me metía contigo” y eso se lo agradezco a las compañeras que se dieron el tiempo para ayudarme a construir ese escudo inquebrantable de amor feminista por mí y por las mujeres que me rodean.

Ilustración: Meg Park megpark.blogspot.co.nz
Ilustración: Meg Park
megpark.blogspot.co.nz

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La Crítica