Por Montserrat Pérez
Enero es un mes complicado por muchas razones: la gente gastó mucho dinero en las fiestas decembrinas, hay cambios en las políticas locales, internacionales y mundiales; hay aumentos en productos básicos, en fin, todo un caos. A esto hay que agregarle el bombardeo de todas las industrias que hacen negocio con la gordafobia: productos light, gimnasios, pastillas, fajas, dietas, ropa, inclusive revistas y diarios que sacan notas diariamente sobre los peligros de la obesidad, de cómo las mujeres están en mayor riesgo de X o Y, que mira este caso de una mujer que perdió 100 kilos y ahora es absolutamente feliz y demás.
¿Por qué? ¿Por qué este mes? Hay varias razones. Y, desde lo que he observado, es bastante malvado. En diciembre el mensaje es el opuesto (en apariencia): consume, come, compra estas cosas llenas de azúcar, bebe alcohol, disfruta, goza y sigue consumiendo. Luego llega enero y cambia el mensaje: ¿por qué comiste tanto?, adelgaza, mira esta pastilla que te ayuda a cagar todo lo que te comiste en 10 minutos, mira esta faja que te comprime hasta que te deforma las costillas, te vas a ver fenomenal, porque ahora no, ay, no, mira, qué feaaaa, qué gordaaaaa. Deja de comer, no, no, mejor come esto, este producto está reducido en grasa y azúcares y todo, ven que te damos un descuentazo en el gimnasio de por vida, firma acá.
Digo que el mensaje es en apariencia opuesto porque la consigna que de verdad importa es el que está de fondo: CONSUME. La culpa es un mercado jugoso y también el placer. Así que hay dos momentos para explotar a final y a principio de año. Al final, cuando ya estamos hartas, queremos descansar y disfrutar, así que el mensaje es ése: disfruta, relájate, te lo mereces. Y luego al inicio, porque las industrias saben que ya tenemos metida hasta la médula la culpa y el miedo a ser “gordas”. Así que se van por ahí y nos dicen: “¿Ya te viste? Muy mal, ahora cómprame esto para que te veas como YO digo, para que yo, empresa a la que en realidad no me importa tu salud ni tu vida, siga ganando dinero.”
Inclusive para quienes entendemos esto, enero puede resultar un reto para la imagen corporal. Pero vale la pena tomarnos un momento para cuestionarnos: ¿Es lo que YO quiero para mí? ¿Estoy contenta con mi cuerpa? ¿Por qué se ve como algo tan malo ser gorda? ¿Puedo dañar mi salud si consumo o uso alguno de esos productos? ¿Por qué cada año tengo que usar uno de mis propósitos en bajar de peso? Igual y podría proponerme acariciar más perritos, por ejemplo.
Si vamos a eso de preocuparnos por nuestra salud, yo iría más hacia reducir el consumo de todos esos productos hasta dejar de comprarlos en general. Es sólo cuestión de revisar las etiquetas para darnos cuenta de que están retacados de químicos, azúcares, conservadores, colorantes y demás. También podemos darnos un tiempo para descansar cada día, para leer, para estirarnos, para reír, para abrazar a alguien a quien queremos, meditar y escuchar a nuestra cuerpa. O acompañar a alguna amiga o compañera o familiar a sus chequeos médicos, exigir un buen trato, hacernos saber que no estamos solas.
Podemos escuchar a todo el mundo y sentirnos mal y culpables, o podemos mandarles a la mierda y aprender a conectarnos con nosotras mismas, a encontrar actividades que nos llenen, a saborear cada minuto de la vida, a masajear nuestras carnes rebosantes y darles el amor que nos merecemos. No sé, pero yo no quiero formar parte de estos ciclos de felicidad y miseria capitalistas. Al contrario, quiero huir y ser feliz siendo yo misma.