En el 2014, Éléonore Pourriat subió a YouTube un cortometraje llamado Majorité opprimée (Mayoría oprimida), que muestra un universo paralelo, una sociedad matriarcal en la que las mujeres son las opresoras, las dueñas del poder, y en el que un padre dedicado al hogar es violado y revictimizado al levantar la denuncia.
La atención fue tanta que Netflix le ofreció a Éléonore Pourriat producirle un largometraje con la misma premisa. Fue la primera película en francés que produjo Netflix y fue escrita y dirigida por una mujer. Dicha película es No soy un hombre fácil (Je ne suis pas un homme facile). La película gira en torno a Damian, macho acosador blanco y adinerado, que despierta en un mundo matriarcal, y además de aprender a comportarse en este nuevo mundo, se enamora Alexa, su equivalente en este mundo.
¿Por qué machismo al revés? Alguna vez escuché que si regresáramos en el tiempo, las mujeres tuvieran el poder pero también oprimieran a los hombres, eso sería machismo al revés. El universo creado por la directora no es feminista, sino un universo concebido para darle una lección a Damian, un universo en el que los hombres buscan su liberación a través del “movimiento masculinista”.
La película plantea la posibilidad de que la educación es la respuesta para que las mujeres dejemos de estar oprimidas, por eso cuando van a una “asociación masculinista”, dicen que educar a la bebé es una buena manera de empezar, pero sobre todo porque “el viaje” de Damian hacia este mundo es un intento por educarlo y que entienda lo que se siente ser una de las tantas mujeres que acosa a diario.
¿Es feminista? Pues sí, fue pensada desde ahí y la verdad es que me sorprende la atención al detalle de las opresiones que las mujeres vivimos día a día y más si tenemos en cuenta que es concebida desde un feminismo blanco y burgués. Sin embargo, según los cánones del cine, y esto solo lo menciono porque sé que Éléonore Pourriat sigue dichas reglas, el personaje principal es un Damien, un hombre. Por lo que vuelve a poner a los hombres al centro de todo, sin pensar más allá de la heterosexualidad obligatoria, aunque bueno, si Netflix quería una versión ampliada de Mayoría oprimida, pues tampoco hubo mucho qué explorar.
No soy un hombre fácil es más una película para enseñarles una lección a los hombres de cómo es ser mujer dentro del patriarcado y por eso, pienso, ha tenido tan malas críticas, de entre mujeres que creen que eso no es el feminismo y los machos que no creen que las opresiones sean reales. Aún así, tiene una mirada femenina y me gustó mucho (quizá es porque la primera vez que la vi fue con mi mamá), pero la recomiendo porque además es divertida, ya saben, típico humor francés.