Letras Púrpura

[Letras Púrpura] ABORTO Y PROCREACIÓN

hijos

Maria Rosa Dalurzo

DEL MISMO MODO QUE LOS CERCAMIENTOS EXPROPIARON LAS TIERRAS COMUNALES

AL CAMPESINADO, LA CAZA DE BRUJAS EXPROPIO LOS CUERPOS DE LAS MUJERES, LOS

CUALES FUERON ASÍ ‘LIBERADOS’ DE CUALQUIER OBSTACULO QUE LES IMPIDIERA FUNCIONAR

COMO MAQUINAS PARA PRODUCIR MANO DE OBRA. LA AMENAZA DE LA HOGUERA

ERIGIÓ BARRERAS FORMIDABLES ALREDEDOR DE LOS CUERPO DE LAS MUJERES,

MAYORES QUE LAS LEVANTADAS CUANDO LAS TIERRAS COMUNES FUERON CERCADAS” (*)

Desde siempre, el patriarcado primero y luego su más sofisticada forma, el capitalismo, han pasado como una aplanadora sobre el cuerpo y la vida de las mujeres. Al pretendernos objetos de su propiedad, nos equiparan a los animales que han logrado “domesticar” y, como a tales, nos convierten en objetos mercantilizados, destinados a producir, no sólo el rentable oficio de personas destinadas a la servidumbre, sino también a perpetuarla en la servidumbre de nuestras proles, que de esta forma pasarían a pertenecer en exclusiva al hombre. La esclavitud está plagada de estas historias, relativamente recientes, (siglo XIX hasta el presente, con el retorno no reconocido de la esclavitud de toda la vida) en las que el señor feudal, -o no- preña a “sus” esclavas y siervas, a objeto de “producir” más mano de obra para su explotación.

La vida de la mujer desde que la propiedad privada se ha implantado como sistema, está al servicio del hombre, y del capitalismo y su producción. Y no es un fenómeno nuevo… como no es nueva también la permanente necesidad de la mujer de escapar de este destino impuesto que le impide controlar su cuerpo y de esta manera su propia vida. El aborto, por un lado, y la procreación, por el otro, son los dos extremos contrapuestos de la misma cadena con que se aprisiona a la mujer y de la que se vale el sistema para controlarnos. Es ésta y no otra la razón por la que avanzados ya en el siglo XXI seguimos en las mismas, ni el aborto está reconocido por el sistema ni tampoco la maternidad como derecho y libre elección.

Si las mujeres tuviéramos una equiparación de salarios igualitaria al hombre, si hubiera una distribución equitativa de la riqueza generada por l@s trabajador@s, si hubieran servicios sociales realmente adecuados, si las mujeres ocupáramos puestos de dirección políticos y empresariales al 50%, que nos permitieran decidir los objetivos y estrategias del conjunto social, si el acceso a estudios superiores estuviera pensado para que una interrupción por embarazo y primeros cuidados no fuera una molestia que nos obliga a apartarnos de las carreras iniciadas y de los estudios desarrollados, si el acceso a una vivienda digna fuera racional y no objeto de lucro, si el conjunto social proveyera servicios de guardería para las madres y adecuados permisos de protección a la lactancia y cuidados de los primeros meses de vida, si las políticas de crecimiento social fueran realmente pensadas en función de las necesidades del grupo social, si la sociedad se ocupara realmente de los recursos necesarios para la protección de la infancia, probablemente las tasas de reproducción de las mujeres jóvenes no serían las que son, y probablemente las mujeres nos veríamos mejor situadas ante el reto de una maternidad en solitario que hoy, salvo contadas excepciones, no podemos ni planteárnosla, y de esta manera, probablemente también, las parejas cualquiera fuera su condición de género, no nos veríam@s condicionad@s a la hora de ejercer la paternidad/maternidad.

Una sociedad como la expresada nos permitiría a las mujeres re-situarnos ante el aborto como medida extrema que nos lleve a lo inevitable de tener que escoger entre el “fruto de nuestro vientre” y nuestra propia vida.

Porque la razón real por la que muchas mujeres recurrimos al aborto se debe precisamente al precio que nos están obligando a pagar desde el conjunto social por un hijo muchas veces no deseado y ni siquiera planteado, porque la naturaleza hace que estas cosas ocurran, porque, aunque la vida no se planea, sí que nos puede condicionar, o nos puede coartar, nosotras bien lo sabemos, porque tal como está planteada la sociedad, nosotras seguimos siendo esclavas de nuestro futuro y la maternidad sin las mínimas condiciones económicas, nos ata y nos impide desarrollarnos en muchos aspecto personales, pese a lo caros que éstos nos sean, estando obligadas así a dejarlos de lado para seguir. La mujer sigue sin ser libre, siempre debe optar por sacrificar algo de ella misma, la realidad sigue siendo: maternidad o… elección que ante la nueva crisis sistémica se vuelva a plantear en toda su crudeza para aquellas que creen que pueden al menos elegir.

Porque la maternidad, muchas veces, en esta sociedad violenta para con nuestro género, es producto de abusos, mala educación sexual en el caso de las adolescentes o, en la peor de las situaciones, producto de violaciones que nos quieren obligar a llevar adelante de por vida. Entonces, el aborto es la única solución posible y, por más que nos nieguen el derecho a escoger, recurriremos a los medios, cualquiera que éstos sean para abortar. Aunque por esa falta de medios y reconocimientos, pongamos con ello nuestra vida en juego. Y ESTO ES LO QUE REALMENTE IMPORTA, ninguna mujer puede verse coaccionada a hacer lo que no quiere, a tener lo que no desea, a ser tratada como un cuerpo-maquina-productor. Es la peor cosificación que existe y es lo que debemos impedir por todos los medios.

El hombre, en este caso, y no sólo el sistema, se considera con derechos hacia nosotras y nuestras decisiones respecto a lo que nada más que por “inseminación” consideran propio: NUESTRO CUERPO. Y ésta y no otra es la razón por la que pese a la obviedad de que el cuerpo es nuestro, ellos creen que pueden decidir al respecto, porque son también (dicen) “padres”, y por esto, se sienten inclinados a opinar sobre esta cuestión que es EXCLUSIVAMENTE FEMENINA y seguirá siéndolo mientras el conjunto social no asuma el rol que ha de tener en las políticas de crecimiento y reproducción social, que no puede ni debe seguir pagándose a costa del cuerpo de las mujeres solamente.

A mucho de todo este despropósito, contribuyen los movimientos “pro-vida” de extracción religiosa y liberal, que se ocupan mucho del feto humano, pero no de la vida humana una vez nacida. Si las políticas sociales estuvieran dirigidas al bienestar de la mujer y no a su cosificación, si el grupo social volviera a hacerse cargo de los costes de su reproducción y no a mercantilizarla poniendo precio no sólo a la vida, sino también al cuerpo humano, indudablemente, todo esto cambiaría. Existen los medios para que nos permitan escoger con libertad la vida que queremos para nosotras y también ha llegado el momento de decidir maternidad. Sí o no. Y si es sí, ¿en qué condiciones? ¿En qué momento?  ¿De qué manera?

Ha llegado el momento de que la sociedad se replantee qué políticas son adecuadas para proteger a las mujeres y a su libertad de decidir, definiendo qué políticas son efectivas para protegerla no solamente a ella, sino también a la infancia. Esto facilitaría implementar criterios racionales de reproducción social, en las que las mujeres decidiéramos por nosotras mismas aquello que es de nuestra única competencia y en donde ni la vida de la madre ni su libertad, estén en juego, ante situaciones que evitarían nacimientos no deseados, o nacimientos imposibles por malformaciones monstruosas. Sólo entonces, el aborto sería un nefasto recuerdo de las épocas en que las mujeres teníamos que pagar un precio muy alto por serlo. Esperemos que se acaben de una vez las atroces políticas de control de natalidad que se llevan a cabo en los pueblos originarios (el caso de intervenciones a mujeres sin su autorización en Perú es aún sangrante), y esperemos también que junto a esta barbarie, acabemos también con la de someter a la mitad del género humano a la condición de meras máquinas reproductoras de un sistema que nos obliga a ser lo que no queremos ser y comercia con la vida como si fuera una mercancía y no un bien inestimable.

(*) de EL CALIBAN Y LA BRUJA Silvia Federici

Nota: Todas las opiniones expresadas en este espacio son responsabilidad de quien las escribe.

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