Análisis

Las mujeres perfectas para el patriarcado, análisis sobre Pedro Páramo

Por Loba Franca

Breves datos de la novela analizada

Pedro Páramo

Escrita por Juan Rulfo, hombre mexicano, en español.

Publicada en 1955.

 

Escenario de la obra

  • El patriarcado: Guerras y alianzas entre hombres. Primero, los caciques entre sí, luego los terratenientes contra los revolucionarios, luego los terratenientes aliándose con los revolucionarios contra el gobierno y luego con el clero contra el gobierno, para despojar de su vida y territorios a las mujeres y seguir acumulando destrucción.

En este escenario, resalto la batalla en el cuerpo de Susana, primero de Pedro y Bartolomé, antes de Bartolomé y Florencio, pero luego, de Pedro y el sacerdote, en el lecho de muerte de Susana; y la quiero resaltar porque muestra claramente, al menos para mí, que la mujer perfecta en el patriarcado, es el terreno de la guerra y el botín para los vencedores.

 

Supuestos para la redacción de este texto

  • La impunidad que los hombres reconocen como privilegio en el patriarcado los hace cínicos; y por ello, en sus obras artísticas, retratan fielmente al patriarcado, el mismo que producen y al que sostienen como máquina de violencia, destrucción y muerte.
  • Mi interés es mirar a las personajas de la novela como representaciones que el patriarcado tiene de lo femenino para colonizarnos y mantenernos esclavas en vida y muerte, en beneficio de la máquina y los hombres que la producen.
  • Pedro Páramo es la representación no sólo del patriarca sino del patriarcado y me lo “confirman” varios elementos de la novela:
  1. Solo tiene hijos hombres
  2. Usa impunemente a las mujeres
  3. Usa impunemente a las y los pobres
  4. Se afirma en cada alianza entre ganadores, aunque esto implique muerte para las y los pobres.
  5. Tiene una compulsión por acumular y expandir sus dominios[1] a costa de la vida. Y por acumular poder para garantizar su impunidad.
  6. Y que las mujeres solo aparecen cuando son pensadas por los hombres y siempre para servirles. En la novela de Rulfo, personajes son los que evocan, convocan, recuerdan a las personajas; ellos, aunque estén vivos como Pedro, o muertos como Juan, tienen el poder de “producirlas” según la narrativa del autor.
  • ¿Desde dónde venías muerta, que nunca te conocí?[2] Las personajas son producto de la imaginación de un hombre, eso no lo olvido mientras veo la película, mientras leo la novela, y me hacen preguntarme ¿a qué mujeres de su vida evoca el autor?
  • Ni Comala, inventada por Rulfo, está viva durante la novela, ni le resguarda su memoria. El autor reconoce la existencia de ésta antes de Pedro, pero luego hace parecer como si existiera sólo mientras Pedro abre los brazos, mientras él se mantenga poderoso e impune: “Me cruzaré los brazos y Comala, se morirá de hambre”, afirma mientras entierran a Susana San Juan.

 

Mi camino para llegar al texto que leí y a este que hice

Hace tiempo le dije a una amiga que a mí Rulfo no me gustaba tanto. Mi amiga no me respondió y yo me quedé pensando ¿por qué no me gusta? No lograba articular un argumento convincente más allá de que es hombre.

Hace un par de días, una mujer joven preguntó en redes sociales: ¿Por qué el empoderamiento no es feminista? y ¿por qué no están chidas las nudes? Yo, que estaba a punto de ver la película de Pedro Páramo, tomé las preguntas para tratar de caracterizar a las personajas de la novela e intentar responder las preguntas de la joven, para ganar yo en claridad.

Decidí que esas preguntas serían mis anteojos para mirar a las mujeres de la novela y podría atención en: ¿qué les pasa a las personajas cuando se desnudan o expresan deseo? ¿en qué contexto se desnudan? Y ¿qué les pasa cuando muestran autoridad-capacidad o alguna conducta que cuestiona la autoridad de los hombres en la novela?

La respuesta sencilla es que cada vez que se desnudaban era en beneficio de un hombre y nunca mostraron autoridad que pusiera en cuestión el poder de los hombres de la novela.

Traté de encontrar rastros de resistencia y rebeldía en las personajas, pero saber que eran representaciones de mujeres desde la mirada de un hombre, que, según yo describe no a un patriarca, sino al patriarcado encarnado en Pedro Páramo, me llevó a reconocer que así como Pedro es un “modelo”, las personajas también son “ideales”, entonces supe que si Pedro es derrotado cuando el tiempo del padre termina[3]; es reciclado, deificado, convertido en inalcanzable, pero siempre anhelado, en el tiempo del hijo, aunque sea un tiempo muerto, como de por sí es el tiempo del patriarcado.

Incluso, una diferencia entre la reacción de las mujeres y de Juan, respecto a los sonidos, me hizo finalmente, notar, que aunque Juan fue criado por su madre y lejos del padre; ésta obedientemente le enseño a anhelar al padre, que no tolera más voz que la suya y la de quienes lo alaban y le dan la razón.

En la novela, hay un momento que Juan refiere: “me mataron los murmullos”; mientras que para las mujeres viva y muertas,en el patriarcado, los murmullos son el único volumen de voz que pueden usar para no molestar, igual que los sirvientes, como el padre Rentería o como “el siseo de la lluvia como un murmullo de grillo” en la niñez de Pedro. Y mientras que para Juan, los murmullos lo hacen tomar conciencia de su muerte; a su madre los murmullos le evocan otra cosa: “Allí donde el aire cambia el color de las cosas; donde se ventila la vida como si fuera un murmullo; como si fuera un puro murmullo de la vida…”

Así de diferentes somos frente a la vida, así de diferentes, aun en una panorámica “tomada” por un hombre, que describe la máquina.

Y pesar de ello, la novela, no transcurre en el tiempo de las mujeres, en ningún momento.

La novela ocurre en dos tiempos, según entiendo

El tiempo del hijo es el tiempo de la muerte. Así que todo lo que “vive” en Comala está muerto, incluido él y Comala. Un dato que me permite confirmar esta suposición es que cuando Eduviges Dyada le pregunta «¿y hace cuánto que murió?», por lo que responde: 7 días.

La madre murió en Sayula y 7 días despés, él está en Comala, donde su madre le dijo que vivía su padre. Es obvio que el hijo está muerto, de lo contrario, estaría rezando el novenario de la madre recién fallecida. ¿Por qué es el tiempo de la muerte? Porque Pedro ha sido derrotado: no ha tenido éxito en la invasión y derrota que más le interesaba: Poseer totalmente a Susana San Juan; ésta ha muerto con el nombre y el recuerdo de la piel de otro. Pero lo que derrumba a Pedro es que no venció a su contrincante, al muerto, ni aunque se haya quedado con una parte del botín, es decir, el cuerpo de Susana.

Y aquí, sin mayores preámbulos, uno de los elementos de la fórmula para acabar con e patriarcado, que presenta Rulfo, seguramente, sin darse cuenta: el amor romántico como arma para colonizarnos absolutamente y que nos olvidemos de nosotras mismas, de nuestro pasado.

Y también es el tiempo de la muerte, porque el hijo, que seguramente murió de lo mismo que la madre, finalmente accede a un mundo que ella le fue describiendo: “Comala”, aunque cuando llega, ésta no es en absoluto como su madre se la contó. Las casas están en ruinas, el pueblo desierto, un silencio tremendo cortado por murmullos de personas que no ve.

Creo que el simbolismo entre casas y cuerpos de mujeres es claro a lo largo de la novela y parece que expresa una justificación del autor a la violencia sexual que las mujeres viven y una culpabilización a éstas por dicha violencia, que equipara con la invitación que las mujeres muertas por asesinato o suicidio hacen para que Juan “entre en ellas”. Las mujeres perfectas, según Rulfo, vivas y muertas, les siguen sirviendo a los hombres, los siguen cuidando.

El tiempo del padre es el tiempo del poder de los hombres sobre la tierra, sobre Comala, sobre las mujeres, y sobre las y los pobres. Por tanto todo lo relatado que refiere al padre, intenta explicitar el poder sobre la vida. Por eso el padre y el hijo en la novela nunca se encuentran, sino a través de la intermediación que hacen las mujeres al morir como en el caso de Doloritas Preciado, o ya muertas, pues se convierten en puentes entre un pasado vivo y un presente muerto.

Y el tiempo del padre se repite, porque cuando el padre muere, alguno de los hijos toma su lugar, no en la vida, sino justamente en la muerte que impone, en la novela, incluso a la tierra de Comala.

El tiempo del hijo se convierte en tiempo del padre y así sucesivamente en una cadena de parricidios necrófilos y contra la vida toda.

Una vez que hube identificado los tiempos de la novela y la reflexión respecto a que los y las personajas son modelos ideales, producidos por un hombre, entendí porque mi dificultad ya no para que me gustara la novela, que está llena de muerte y violencia contra las mujeres sino para identificarme con alguna de las personajas. No me encontré en ninguna de ellas y creo, que este es el segundo elemento de la fórmula para terminar con el patriarcado: Reconocer que la producción de los hombres no nos refleja, ni nos representa; representa exclusivamente un ideal que ellos tienen y que intentan imponernos desde la institución de “lo femenino”.

Antes de continuar, cuando estaba a punto de concluir con mi hipótesis de que no me reflejaba en ninguna de las personajas, de pronto, aparece Dorotea describiéndose y describiendo sus dos sueños y me atrapó. Quiero volver a leerla a ella con calma, para identificar, lo que para mi será, seguramente, un tercer elemento de la fórmula, pero que aún no alcanzo ni a intuir; sólo sé que la leí despacito, incluso a ratos en voz baja y no silente, la imaginé en mi, leyéndose a ella misma.

Las mujeres perfectas según el mandato patriarcal

Ahora sí, a continuación, haré un listado de las principales personajas de la novela, son las que tienen nombre, aunque hay un tres que sin nombre, las recupero, por la relación con Pedro dos y con Juan otra; y hay otras con nombre, que no participan grandemente de la trama, como Felícitas, Fausta, Ángeles, Chona y Juliana, éstas dos últimas, según yo, víctimas de feminicidio perpetrado por Pedro o su hijo Miguel; ambos tratantes impunes de mujeres.

Felícitas es la madre de un hombre que asegura, gracias a ella, es valiente y las otras dos, son testigas atentas de lo que ocurre en el cuarto de Susana, durante 3 años, observando atentamente la ventana con la luz siempre encendida de ese espacio que habita Susana. Son perfectas porque no les provocan problemas a los hombres a los que sirven, a los que las ultrajan, a los que violentan a otras mujeres, en presencia de éstas.

También aparecen los hombres de Gertrudis, hermana de Dolores Preciado, Sixta, hermana de Damiana y Micaela, una criada de la abuela de Pedro; todas con nombre, pero que, al no interactuar con Pedro, con Miguel, Abundió o Juan, no tienen historia. Por esto también son «perfectas», son mujeres sin historia, al servicio de ellos solamente.

Susana San Juan es perfecta para el patriarcado porque le pregunta al padre que la viola y la obliga a portarse como su mujer: “Y yo ¿quién soy?”; le cree al padre la respuesta, no se permite preguntarse a sí misma, ni menos, construir sus respuestas. Su padre la increpa: ¡estás loca! Y ella responde afirmativamente: “¿No lo sabías?» Y esa locura impuesta por el padre es la que la mantiene sometida a éste.

Es perfecta porque ama profundamente, hasta dejarse morir, a un hombre muerto, asesinado por el padre de ésta.

Y es perfecta, porque aún amando a un muerto y aún víctima de la violación incestuosa del padre, deja su cuerpo para el disfrute de Pedro; deja su cuerpo mientras no termina de morirse de amor por el otro, porque el ya está muerto.

Dolores Preciado es perfecta para el patriarcado porque le expresa su deseo a Pedro Páramo, confía en el, es obediente, acepta el despojo y el exilio. Y no sólo eso, es perfecta porque educa al hijo de Pedro, para que anhele el mundo del padre.

La madre y la abuela de Pedro Páramo son perfectas para el patriarcado porque ni nombre tienen, son entes sin identidad que dedican su vida a cuidar a los hombres, a llorarle a los maridos muertos, a sostener las familias de los hombres con los que se casaron. Son perfectas, porque aunque intentan llevar por el buen camino a Pedro, éste no tiene obstáculos para convertirse en ese cacique asesino, ladrón, violador y tratante de mujeres.

Doña Inés, la de la tienda, es perfecta para el patriarcado, según Rulfo, porque cuida la propiedad del hijo alcohólico y da cuidados al marido de Refugio cuando esta se muerte; le regala alcohol para su pena, lo escucha, lo conforta, lo hace sentir útil al pedirle que vaya y e diga a su mujer muerta que ruegue por ella “allá arriba”. En boca de ella, pone el autor,que las mujeres no somos confiables, ni muerta, y que por eso: “Así que hay que exigirles el cumplimiento en seguida.”.

Eduviges, Dorotea, Damiana y Justina, son perfectas para el patriarcado porque cuidan las propiedades del amo Pedro y de su hijo Miguel Páramo, los solapan, les dan servicios sexuales cuando estos lo requieren; pero no sólo a ellos, sino a los hombres de Comala, que son aliados de Pedro, porque éste suele matar a sus enemigos; los proveen de mujeres.

Eduviges además, como plus, se envenena, se mata solita cuando ya no es útil a los hombres ¿así o más perfecta? Y Dorotea, se vuelve loca del dolor por no poder ser madre y así les sirve mejor a los hombres, con más desparpajo. Damiana y Justina, son esclavas perfectas, cuidan, cuidan y van a donde el amo las manda y regresan cuando él lo ordena, se quedan y cuidan siempre de él.

La madre de Miguel Páramo es perfecta para el patriarcado, antes de parirle un hijo a Pedro, le “presta” a su hija y luego de parírselo, se muere y le manda el hijo, para que Pedro lo “haga a su modo”.

La madre de Susana San Juan es perfecta en la instántanea panorámica del patriarcado que hace Rulfo, no sólo porque se muere y deja a merced del padre primero y de Pedro después a su hija preadolescente, sino que además, al morirse de tisis, la aísla de la comunidad que tiene miedo al contagio. Y ese miedo y esa muerte la dejan sola, a merced de los prepadores sexuales que la usan hasta su muerte, la del padre primero, la de ella después.

Todas son perfectas porque en el presente “muerto” las mujeres interactúan para ayudar a Juan Preciado, hijo de Pedro y Dolores; y en el pasado “vivo” las mujeres interactúan siempre en favor de Pedro, para atenderlo, para satisfacerlo. Y son perfectas porque vivas y muertas, les sirven incondicionalmente, no se les oponen.

Eduviges Dyada y Dolores Preciado son perfectas para el patriarcado porque docilmente reciben las caricias mentirosas del provocador de sueños, que las viola impunemente, pero también docilmente reciben la violencia de Fulgor una y de Pedro la otra. Son perfectas porque no se oponen a los planes de los hombres.

Ana Rentería es un ideal de lo que las mujeres debemos ser en el patriarcado; porque aunque odia al asesino de su padre y violador de ella, no busca justicia, deja ésta en manos de dios, a quien le ruega por la condena del alma de Miguel Páramo; pero sin causarle mayor problema al hijo predilecto de Pedro; al único que el “produce” integramente, al que le hereda el nombre, aunque el legado no lo sobreviva, pues éste muere antes que aquel.

Y la mujer desnuda, víctima del incesto que el hermano perpetra con ella, es perfecta según Rulfo, para el patriarcado, porque no lucha, porque se entrega, porque está lista para que Juan disfrute de ella, como lo ha hecho su hermano impunemente, aún a riesgo de que su alma se pierda.

Son ideales que el patriarcado busca incesantemente, porque estos modelos de mujeres, les creen ciegamente a los hombres, a sus explicaciones; pero no sólo les creen, viven para ellos y mueren por ellos. Los aman o los odian, les gustan o les tienen miedo, pero invariablemente e independientemente de lo que sientan por ellos: les sirven incondicionalmente. Los tienen tan en el centro de su vida –y no olvidemos que quien escribió la novela es un hombre acusado de violencia sexual contra mujeres muy jóvenes– que se olvidan de ellas, no alcanzan, parece, ni a odiarse, ni a quererse, ni a sí mismas, ni entre ellas; pues para ellas: ellas no existen, sólo existen ellos. Es decir, ellas viven en el tiempo de la muerte en los dos tiempos de la novela.

Y este es el tercer elemento de la fórmula: Dejar de creer en ellos, en sus explicaciones, para dejar de servirles.

El segundo elemento: Abandonar la falacia de que ellos nos reflejan o nos representan.

El primer elemento: Reconocer que el amor romántico (la heterosexualidad obligatoria) es el arma con que intentan la invasión final, la más letal; pues la misoginia, a pesar de todos sus intentos, no logró borrar de nosotras, nuestra historia antipatriarcal, una historia, evidentemente ausente de esta novela.

El cuarto elemento: Convencernos a nosotras de que existimos, que está bonito que existamos, que vivimos y está bonito vivir. Que podemos querernos.

Hay un elemento más, el quinto sería: A lo largo de la novela, las mujeres vivas interactúan para servir a los hombres y muertas también. No interactúan para atender necesidad de ellas, ni para crear comunidad. Así pues, parte de la fórmula para que el patriarcado caiga como el montón de chatarra que es, implica que nos organicemos entre y para nosotras.

 

¿Invito a que lean la novela? No lo sé, pero a quienes la hayan leido, las convoco para que compartamos nuestras reflecciones sobre la misma. ¿Gustan?

 

Pd. en el contexto COVID19

-¿De qué mueren Dolores Preciado y su hijo con tan poco tiempo de diferencia, en temporada de calores agobiantes?

– “No supe de qué. Tal Vez de tristeza. Suspiraba mucho”, refiere el hijo, pero ciertamente el murió pocos, muy pocos días después.

-Por cierto, Susana San Juan, parece que efectivamente muere de tristeza, de extrañar al hombre que si la colonizó completamente, el amor asesinado por el padre violador e incestuoso.

– Y, ¿de qué muere Refugio, que muere sin que nadie la auxiliara?

De pobreza combinada quizá con alguna enfermedad curable con atención médica que no estuvo a su alcance.

– La madre de Susana muere de tisis y el miedo al contagio evita que acompañen a Susana.

– Dorotea relata su muerte: “Y ya cuando le faltaba poco para morir – a Pedro- vinieron las guerras esas de los cristeros y la tropa echó rialada con los pocos hombres que quedaban. Fue cuando yo comencé a morirme de hambre y desde entonces nunca me volví a emparejar».

– Chona y Juliana, muere víctimas de feminicidio por trata de mujeres, lo supongo.

El autor no explica por qué son mujeres las que mueren, pero es interesante resaltar cómo los modos en que mueren las mujeres en el patriarcado no importa ni en el realismo mágico. Pues aunque señala explícitamente como tratantes de mujeres a Pedro y a Miguel, no lo desarrolla, lo pone como una más de las prerrogativas de estos, ante la impunidad. La muerte de Pedro es descrita minuciosamente y la narración de toma de conciencia de Miguel sobre su muerte, es casi poética

Quizá otro texto posible, es sobre las causas de muerte de las mujeres “perfectas en el patriarcado”. Me llevo dos tareas: La vida de Dorotea que me tocó unas fibras y las muertes de las modelos de perfección de lo femenino patriarcal.

 

[1] “No habrá lienzos. La tierra no tiene divisiones.” Le dice Pedro a Fulgor. Y más adelante agrega: ¿Cuáles

leyes, Fulgor? La ley de ahora en adelante la vamos a hacer nosotros. Sabedor de la impunidad patriarcal

[2] Le pregunta Pedro al cadáver de Susana San Juan

[3] He realizado antes un par de ejercicios para “identificar las etapas o edades del patriarcado como fenómeno histórico”. El primer ejercicio fue respecto a 7 tablillas sumerias que narran el origen del cosmos, antes de la humanidad. El segundo ejercicio, es sobre los 5 soles de la civilización del Sem Anawak. Cada sol una etapa del patriarcado. Al leer a Rulfo, pienso en dos edades del patriarcado, según la mirada de este autor: El tiempo del padre y el tiempo del hijo. Y esto me lleva a pesar en algunas de las hipótesis que autoras hacen justamente respecto al papel del padre o del hijo, en la producción del patriarcado. De alguna manera, el planteamiento de buscar caracterizar las edades del patriarcado, es un marco de referencia actual, que me ayuda a mirar la producción patriarcal.

2 thoughts on “Las mujeres perfectas para el patriarcado, análisis sobre Pedro Páramo

  1. Me gustó mucho tu texto, la novela podría decir que es una de mis favoritas, la leit cuando era muy jóven, ahora con los años me he dado cuenta que falta esa voz femenina, que ellas nos cuenten y barren su historia, siempre son circundantes a la historia y narrativa de ellos. Cómo la figura femenina se describe a partir de lo masculino.

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