Soy Nisaly Brito, una mujer dominicana residente en México. Hace 3 años fui víctima del acoso sexual callejero en la Ciudad de México. Eran las 7 am e iba de camino a la Facultad a impartir mi cátedra de Derechos Humanos. Vestía pantalones de mezclilla y camisa blanca. Calzaba unos tacones negros y en mi bolsa llevaba mi computadora, libros y un martillito de metal que le había comprado a mi hijo de 4 años, pero que se me había olvidado entregarle.
Mientras repasaba los contenidos de la clase, sentí una mano agarrándome una nalga. El Caribe me salió por las uñas, la boca, los ojos, el pelo, las manos y los pies. Era un tipo de 19 años aprox. Me le fui encima como cualquier mujer a la que transgreden su territorio. Usé toda mi fuerza para darle un puñetazo en la boca. Mientras gritaba, y la gente no me hacía caso, le aruñé la cara, le halé la camiseta y le pateé una rodilla. El muchacho estaba en shock, estaba asustado, no sabía qué hacer. Me quité uno de mis tacones y le pegué duro en la frente. Él salió corriendo y yo me fui detrás (siempre gritándole todas las malas palabras que me aprendí en México y en República Dominicana). Él me empezó a gritar: «Señora ¡ya déjeme en paz!», pero yo enfurecía más. Lo volví a alcanzar y le pegué con el tacón en la cabeza. Se voltea y me dice: “Si me vuelves a pegar, yo te pegaré a ti”… El Caribe volvió a brotar de mi cuerpo. Recordé que aún llevaba el martillo de mi hijo y lo saqué cual arma mortal. Llevaba en mis manos el martillo, los tacones y la rabia. El tipo me vio armada y enfurecida, salió corriendo como una bala y se me escapó.
Yo, toda empoderada y sabiéndome vencedora guardé el martillo, me puse mis zapatos, me acomodé la camisa blanca y disfruté mi victoria. Llegué a la Facultad contenta y con la imagen de el tipo huyendo de mí (no yo de él). Cancelé el contenido programado y hablamos de género y violencia. A partir de ese día, son sesiones inamovibles en mis cátedras.
Gracias pir compartir tu experiencia 😀