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Acoso contra defensora de animales en la Gustavo A. Madero: Cuando la comunidad respalda al agresor

Imagen cortesía de Itzel

Por Angélica Jocelyn Soto Espinosa

*Todas las imágenes cortesía de Itzel

Ciudad de México, agosto 2018.-

 

Cuando Itzel sale de su casa, en la delegación Gustavo A. Madero -en la colonia en la que ha vivido siempre-, cuatro hombres adultos la esperan, avientan piedras a su puerta y azotea, le gritan insultos sexistas, le ponen excremento en la puerta, le toman fotos y videos, y la amenazan.

Hace dos años que Itzel López Becerril, que dedica gran parte de sus recursos a la esterilización de gatas para evitar la propagación de animales en condición de calle, vive así. Aunque ya presentó denuncias ante el Ministerio Público, envió cartas a distintas autoridades, alertó a los organismos de derechos humanos y llamó a la policía, hasta ahora no ha recibido ningún tipo de protección, y las agresiones no han hecho más que escalar.

Ella acusa como principal responsable del acoso a su vecino José D. G., un hombre de más de 50 años de edad que se opone a la labor de defensa animal que hace Itzel. Un día, decidida a arreglar la situación, ella lo invitó a su casa para hablar pero en lugar de eso él la cuestionó, amenazó con acusarla de envenenar animales, la amedrentó con mandarle a “un comandante” y le advirtió: “vamos a matar a todos esos gatos y la que sigue eres tú”.

La amenaza de José es factible ya que -de acuerdo con el relato de Itzel, y sus vecinas- él porta un arma con la que en meses recientes mató a un perro de un balazo en la cabeza. Además, según los pocos avances en la investigación por su denuncia, tiene antecedentes penales y varias denuncias por violencia contra sus exparejas.

Aunque la mayoría de las agresiones contra Itzel ocurren a la vista de todas las personas, en la calle y a plena luz del día, las y los vecinos responsabilizan a Itzel por insistir en alimentar animales, la sacaron de los chat vecinales, y le aconsejan que mejor se vaya. Ella vive con su madre adulta mayor y está convencida de que quien tendría que irse es el agresor.

Imagen del acoso y la toma de fotografías sin consentimiento hacia la rescatista

 

Esterilizar animales para salvarles la vida 

 

La labor de Itzel en su colonia es crucial, ya que la delegación es la segunda en esta capital, después de Iztapalapa, en la la que viven más animales callejeros. Esta delegación también está entre los primeros lugares de maltrato animal, ya que en lo que va de 2018 ya concentra 118 denuncias por este delito, de acuerdo con la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial de la Ciudad México. En esa delegación, Adriana, otra rescatista, encontró a una perra pitbull gravemente herida de una pata -que se le apuntó- y la oreja porque muy probablemente fue usada como perra de pelea.

Mientras algunos de los vecinos de Itzel deciden envenenar, disparar o amarrar a los animales en las azoteas para reducir la población animal callejera, ella decidió esterilizar a las gatas, prestarles los cuidados mínimos para que sobrevivan y luego devolverlas donde las encontró para evitar que les dé un infarto por el estrés del cautiverio.

El número de gatas que esteriliza cada mes depende de sus recursos económicos, ya que ella pone de su dinero todo los gastos que esta actividad requiere. Sin embargo, ante el incremento de animales abandonados, maltratados o que amanecen envenenados en su calle, decidió iniciar una red de apoyo para hacer esterilizaciones masivas.

En una noche logró, junto con otras personas solidarias (veterinarias, artistas, maestras), la esterilización de 50 gatos, lo que representó un gasto de más de 17 mil pesos. Para reunir este dinero, Itzel y las otras hicieron mucho trabajo gratuito, ella dio sesiones de acupuntura gratis con todo y agujas, también dieron talleres de siembra de hongos y zetas, sus compañeras vendieron sus artesanías y hasta pasearon perros .

Además, también se dedica a garantizar adopciones dignas, y a dar pláticas y talleres sobre tenencia responsable de animales para conscientizar de que el maltrato animal es una problemática en la que debe participar toda la comunidad. Esto lo hace por “la necesidad de cambiar la forma de pensar de las personas de que la vida se compra. La vida no se compra nunca, es un esfuerzo de toda y todos dar a los seres vivos el amor que no han tenido”.

Como paradoja, sus vecinas y vecinos acusan a Itzel de la propagación de animales y de la basura en la calle. En el caso de José, las agresiones iniciaron cuando ella se percató que comenzaba a haber una plaga de gatas, por lo que decidió llamar con comida a las felinas, meterlas a su casa, esterilizarlas, y luego regresarlas a su hogar. Esto desencadenó el acoso que luego vino en su contra.

Ahora, ella tiene que pasear a su perro de noche, aguanta las humillaciones públicas, y se asoma a la ventana antes de salir para evitar encontrarse con José, quien, de acuerdo con el testimonio de la restatista, la espera afuera de su casa junto con tres hombres más, uno de ellos que tiene una denuncia por maltratar a un perro que tiene encadenado en su azotea.

Aunque Itzel ha pedido el apoyo vecinal, las y los habitantes argumentan que los animales podrían tener rabia, por lo que incluso respaldan que José los asesine. La cuestionan por insistir en esterilizar y alimentar a los animales, la excluyen de las reuniones vecinales y le aconsejan que se vaya de la colonia. Por este acoso, Itzel tuvo que renunciar a uno de sus trabajos, invierte tiempo en diligencias legales que no prosperan por obstáculos administrativos y que tuvieron que reiniciarse después del sismo del 19 de septiembre pasado; también ha tenido que llamar a la patrulla de la delegación sin que nunca llegue, y hasta ha circulado un video para relatar estos hechos.

 

Defensa animal: una apuesta ética de las mujeres 

 

Itzel argumenta que su labor es una apuesta ética para garantizar condiciones de vida digna a los animales y de todas las personas. De acuerdo con el testimonio de diferentes rescatistas, mujeres que laboran en fundaciones o refugios y expertas consultadas por La Crítica para el reportaje “Defensa animal: otra forma de resistir al patriarcado”, la violencia que se ejerce contra los animales es consecuencia de la misma lógica patriarcal y capitalista que oprime la vida de las mujeres.

Conscientes o no de ello, expresaron las entrevistadas, las mujeres son quienes más se organizan y destinan dinero, tiempo y creatividad para defender a los animales por la convicción de que todas las y los seres vivos tienen derecho a la existencia y a gozar –sin sometimientos de ninguna índole- de este mundo que también les pertenece.

“Existe una relación entre el feminismo y la defensa de los animales. Esto viene desde la corriente ecofeminista que aplica una perspectiva de género al problema de la crisis ecológica y la forma en la que se relaciona la humanidad con la naturaleza. La hipótesis es que hay una conexión entre la dominación de las mujeres y la dominación de la naturaleza no humana”, explicó en entrevista Rubí Olvera Torres, coautora (junto con Sofía Jiménez Chacón) de la investigación Derechos de los animales y políticas públicas, de la Universidad Autónoma Metropolitana.

Esta dominación –explicó la también activista- es consecuencia de la construcción dicotómica del pensamiento occidental que contrapone lo social o cultural con la naturaleza. Esto ha traído como consecuencia el desarrollo de relaciones de apropiación sobre lo que no se considera humano, racional, político o social. “Es justo en este espacio en el que estamos encasilladas las mujeres y los animales, somos despojadas de derechos sólo por tener procesos relacionales o cognitivos diferentes a los hombres. Ese sólo argumento pretende justificar la acción del hombre sobre la naturaleza y sobre la mujer”.

Olvera expresó que la defensa de los animales es también una forma de resistencia al patriarcado porque cuestiona un orden establecido por la filosofía antropocéntrica y androcéntrica. Éstos, dijo, ponen en el primer lugar del orden social a los hombres, alrededor de los cuales se construye un sistema de vida social y política en donde se establecen jerarquías bajo el supuesto de que las características del hombre son cualidades positivas y únicas, lo que justifica el dominio, la apropiación y la explotación de la naturaleza, los animales y las mujeres.

La defensa de los animales y el feminismo también cuestiona el modo de producción capitalista y la organización de la vida económica al denunciar que no existen argumentos suficientes para explotar o esclavizar a la naturaleza y los animales. “Los animales no son objetos ni fines para el hombre”, precisó. Ambas posturas proponen una forma distinta de interpretar las otras formas de vida, y proponen nuevas actitudes de asociación y de cuidado hacia el resto de las y los seres vivos, basadas en la libertad.

La investigación de Olvera concluye que las políticas públicas y las leyes actuales a favor de los animales siguen teniendo como punto céntrico al hombre y plantean que el bienestar de los animales traerá bienestar a la humanidad. Esto, dijo la politóloga, no considera que las y los humanos deberíamos respetar a los animales únicamente por el hecho de que también tienen derecho a la plena existencia.

En esto coincidió también Daniela Guidarelli Mattioli Gutiérrez, integrante de Defensoría Animal A.C, organización que contribuye al rescate, esterilización y búsqueda de hogar para animales. Ella señaló que la idea de que las y los humanos son más importantes que el resto de seres vivos permea las leyes y la política, ya que en la distribución del recurso público no es prioritario asignar recursos para la implementación de las leyes de protección animal.

Daniela también criticó que las defensoras de animales sean tan cuestionadas por la labor que realizan, ya que detrás de ello persiste el estigma de que es más importante trabajar y defender la vida de las y los humanos porque las otras son menos valiosas. Además, dijo, las personas piensan que al reconocer derechos a los animales les vas a quitar a ellas los suyos.

Ambas defensoras observaron que en los movimientos animalistas son las mujeres quienes más deciden identificarse y solidarizarse con los animales no humanos, encabezan marchas y resistencia contra el orden antropocéntrico, y además proponen nuevas conductas y cambios en la forma de vida, alimentación, el vestido y cómo se relacionan con los animales.

Solas, en pareja, en redes, en colectivas o en refugios y fundaciones, miles de mujeres en este país se dedican al rescate, cuidado, protección y defensa de los animales; esto es: recoger o dar aviso de que hay un animal que necesita ayuda, esperar la ayuda o proporcionar cuidados inmediatos, trasladarse a una veterinaria, pagar o realizar el protocolo de salud, dar seguimiento al animal, pagar o sostener su manutención, darle servicios de cuidado, ofrecerle asilo en casa o en refugios, solicitar apoyos, buscarle hogar y garantizar que en adelante tendrá condiciones de vida más digna.

Todas coinciden en que el trabajo de las rescatistas es más difícil cuando no reciben ingresos ni ayuda de la comunidad, pero que de todos modos hay muchas mujeres que trabajan en otras cosas pero aún así se organizan en redes y con sus recursos salvan la vida de las y los animales, incluso a pesar del riesgo de muerte y agresión que esto les representa.

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