Por Angélica Jocelyn Soto Espinosa
Ciudad de México.-
Alfonso “N”, antropólogo visual y psicólogo social que colabora en proyectos sobre violencia y desaparición forzada en México, violenta sistemáticamente a sus parejas bajo el argumento de que está muy afectado por su trabajo con víctimas. Aunque confesó sus agresiones, las instituciones académicas que lo patrocinan se niegan a investigarlo.
Natalia (nombre ficticio por motivos de seguridad) narró a La Crítica que el pasado 7 de marzo de 2020 presentó ante el Centro de Justicia para las Mujeres y en el Ministerio Público en Tlalpan una denuncia formal por violencia familiar contra su expareja Alfonso “N”. La denuncia consta en documentos de los que la Crítica guarda una copia.
Alfonso “N” es antropólogo visual y psicólogo social. Investiga y colabora en proyectos a favor de víctimas de violencia y de desaparición forzada en México. Actualmente recibe el patrocinio de diferentes instituciones académicas, entre ellas el Centro Maria Sibylla Merian de Estudios Latinoamericanos Avanzados en Humanidades y Ciencias Sociales (CALAS, por sus siglas en inglés), que lo becó para su investigación “Paisajes de la transición. Una exploración de los lugares de terror y las posibilidades de su transformación colectiva”.
Como investigador y activista, Alfonso “N” utilizó su posición para justificar las violencias físicas, psicológicas, verbales y patrimoniales que cometió contra Natalia, también investigadora, mientras estuvieron juntos por nueve meses.
Entre las agresiones Alfonso “N” llegó a empujar a Natalia de las escaleras, le golpeó en reiteradas ocasiones, le arrojó líquidos en el rostro cuando él se enojaba, le descompuso la computadora arrojándola al piso, hizo uso del dinero de ella, demeritó su trabajo, la agredió verbalmente de manera continua, le mintió en múltiples ocasiones y la amedrentó diciendo que nadie le creería si ella contaba algo de esto.
Alfonso “N” pedía a Natalia que soportara sus agresiones bajo el argumento de que estaba muy presionado y afectado por el impacto emocional que le ocasionaba trabajar con víctimas. Alfonso no sólo se negó a ir a terapia psicológica por su trabajo, sino que además se burló de Natalia cuando ella buscó ayuda.
La agresión escaló hasta el pasado 7 de marzo cuando Alfonso “N” golpeó nuevamente de forma física a Natalia dentro de su departamento. Una noche antes él estuvo consumiendo drogas. Ella denunció los hechos ese mismo día, primero en el Centro de Justicia de Tlalpan, donde la hicieron trasladarse hasta el Ministerio Público de esa delegación porque no tenían un médico legista que la atendiera.
Luego de varias diligencias, omisiones y revictimización por parte del MP (que no quería registrar los moretones y marcas, y la cuestionó por haber continuado en esa relación), Natalia consiguió al día siguiente, el 8 de marzo, consolidar la denuncia en el Centro de Justicia para las Mujeres. Por falta de análisis de contexto durante el proceso de procuración de justicia en la CDMX, la denuncia sólo se abrió por el último hecho de violencia y no por las agresiones de todos los meses atrás.
Las evaluaciones médicas, algunas que Natalia tuvo que buscar y pagar por su cuenta, demuestran que ese día Alfonso “N” le causó la ruptura de un ligamento en la mandíbula y daños psicológicos como depresión. Natalia necesitará tratamiento para ambas afectaciones.
El pasado 9 de mayo, la red de apoyo de Natalia decidió hacer una denuncia pública y colectiva en redes sociales contra Alfonso “N”. Tras la denuncia de Natalia, otras mujeres revelaron que también fueron sus parejas y que habían sido agredidas por él de formas similares, luego de un proceso de manipulación.
Desde sus redes sociales, Alfonso “N” admitió haber ejercido esas violencias contra ella. “He dedicado muchos años al trabajo de la promoción de los derechos humanos y la paz y ello me ha permitido reconocer las múltiples formas de violencia del patriarcado que nos han dañado tanto como sociedad, pero sobre todo ha generado miles de mujeres víctimas. Por lo anterior y asumiendo mi responsabilidad, con sinceridad me disculpo con (…) y con las demás mujeres cercanas que se sintieron ofendidas con acciones mías (…) Lo que me corresponde es entrar en un proceso de reflexión, de repensar y de transformar lo que me toca y de ayudar a otras personas”.
Instituciones académicas sin protocolos para investigar agresores
Por todos estos hechos, el Consejo Directivo del Colegio de Etnólogos y Antropólogos Sociales A.C asociación gremial con mayor prestigio en el país y su Comisión de Antropología Feminista, integrada por destacadas antropólogas que han desarrollado investigaciones sobre la condición social de las mujeres, enviaron dos cartas a CALAS (institución académica que lo patrocina), una con fecha del 20 de marzo y otra con fecha del 24 de abril.
En la carta enviada por la Comisión de Antropología Feminista, las investigadoras hacen un llamado urgente a que se investigue la conducta de Alfonso “N”, por estar denunciado por violencia de género.
“Exhortamos a las autoridades de CALAS y a su comunidad local y regional, a ser congruentes con la postura de Tolerancia Cero al acoso y hostigamiento en los espacios académicos y en todos los ámbitos de nuestra vida social. Y en consecuencia, propiciar el comportamiento digno de agrupaciones académicas, institucionales y comunitarias. Esperamos que CALAS se pronuncie respecto a este caso, para contribuir a la erradicación de la impunidad que favorece la recurrencia de actos de violencia de género”, enfatizaron las académicas.
Pese a la propia confesión de Alfonso “N” y los relatos de las otras mujeres, CALAS —que promueve la investigación sobre desigualdades sociales— respondió a la primera carta con un oficio con fecha del 23 de marzo del 2020 que “hemos preguntado a las mujeres con las que el Dr. (…) se relacionó formalmente por el trabajo en la Universidad de Guadalajara, y de forma unánime respondieron que su trato fue correcto, atento y no tienen ninguna queja”.
En la segunda carta del Colegio de Etnólogos y Antropólogos Sociales, A.C, ahora firmada por el Consejo Directivo y con fecha del 24 de marzo, se reiteró el exhorto a las autoridades de CALAS para que “activen sus protocolos de violencia de género con la finalidad de prevenir acciones de este tipo, así como llevar a cabo una investigación formal y pertinente para emitir las sanciones que correspondan al agresor. Con esto les invitamos a que, además de las preguntas sobre si el Dr. Díaz es atento o correcto con las mujeres con las que tiene relaciones laborales, también acudan a las autoridades legales para informarse sobre este caso, para que puedan orientar su criterio a partir de otras fuentes”.
[…] Las instituciones tienen la responsabilidad de prevenir y atender las situaciones de violencia de género que se den a su interior, así como de tomar conocimiento del comportamiento de sus integrantes en otros espacios. Por ello, les exhortamos a que, con base en los principios de su organización, nos hagan partícipes de la manera como prevendrán que agresores vuelvan a formar parte de su comunidad, en congruencia con su Postura de Tolerancia cero a la violencia, menosprecio y hostigamiento, tanto en los espacios académicos y laborales, como en los espacios privados.”
CALAS no se pronunció sobre este caso y sólo agregó que actualmente elabora un código de ética interno para el personal de trabajo y fellows visitantes, como es el caso de Alfonso “N”. Aunque el Centro de estudios aseguró que la violencia de género “nos ocupa de manera central”, no tiene un Protocolo para la Atención de Casos de Violencia de Género.
El documento está firmado por la directora de CALAS, Sarah Corona, y el co-director, Gerardo Gutiérrez.
De esta forma, CALAS se negó a investigar por su cuenta a Alfonso “N”, como corresponde a las instancias educativas y centros laborales, y —como consta en un oficio— sólo respondió en un breve mensaje que espera que le compartan los resultados de la denuncia formal que interpuso Natalia.
Alfonso “N” es egresado del posgrado de Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (donde desde febrero pasado se considera la violencia de género como falta grave), es coordinador del Colectivo Reco y de Etno.mx, así como director de la serie Museos Vivos.
De acuerdo con Natalia, las diligencias por parte del Centro de Justicia por la denuncia formal que presentó desde el 7 de marzo han sido lentas luego de la contingencia sanitaria por la COVID-19. “Hay un montón de paredes institucionales (…) y esto es muy grave porque él trabaja con víctimas y lo llaman a trabajar en investigaciones sobre feminicidio. Me parece incluso una gran falta de respeto para las personas con las que trabaja pues sus prácticas cotidianas no coinciden con las propuestas de su trabajo sobre la reparación del daño”, expresó la joven.
En contraste con la actuación de las autoridades judiciales y académicas, Natalia ha recibido el apoyo de otras mujeres. Por ejemplo, un grupo feminista integrado por brasileñas y argentinas respondieron a las declaraciones con las que Alfonso “N” buscó justificarse: “Compañero vengo a decirte algunas cosas. Primero, entiendo que como especialista en violencias pero además siendo un profesional que construye su carrera a través de esa militancia, es comprensible el intento de decir lo que crees que queremos escuchar. Te cuento que nosotras nos hemos vuelto especialistas en descubrir, reconocer y evidenciar a los violentos como tú” [sic].
Las feministas señalaron que, al confesarse, Alfonso “N” buscó salvar su vida y prestigio profesional más allá de reconocer sinceramente sus agresiones. “Tú, que eres un especialista en el tema y has acompañado de cerca las estrategias del patriarcado, bien sabes que a la sociedad le gustan las historias de superación y que los hombres tienen todas de ganar”, le dijeron.
Actualmente Alfonso “N” continúa ocupando espacios académicos y dentro del sector de la sociedad civil, a pesar de que usa esta posición para justificar sus múltiples agresiones contra las mujeres.