Por Montserrat Pérez
Sangro y dejo que fluya hasta el piso. Veo cómo caen las gotas sobre la madera. Sangro y dejo que se manche el piso. Veo cómo mis piernas se tornan carmesí, líneas diferentes, sinuosas de un rojo profundo. Sangro y siento vergüenza. Solamente un segundo, un par de segundos, probablemente un minuto. Me miro sangrar frente al espejo, sin querer. Admiro los ríos que fluyen de mis entrañas. Sangro y recuerdo.
Tengo 12 años, sangro y me quiero morir. Tengo 15 años, sangro y me siento sucia. Tengo 18 años, sangro y mis amigas también. Tengo 22 años, sangro y me siento aliviada. Tengo 26 años, no sangro y pienso que me voy a morir. Tengo 27 años, sangro y lo disfruto por primera vez. Hoy Tengo 29 años, sangro y me siento mía.
¿Quién me dijo que mi sangre era sucia, algo que tenía que esconder? ¿Qué no vieron nunca este espectáculo rojo, rojo, rojísimo? ¿Qué tiene de malo, de obsceno o de terrible? ¿Qué tiene de grotesco o de malvado? Soy yo, evidente, tangible, desparramándome en el mundo, pintando con mi existencia el piso, la ropa interior, los leggings que lavo y tiñen el agua del lavadero de un rubí precioso, con olor a vida, a hierro.
Siento tristeza por los años en los que odié mi menstruación hasta morir, en los que me hicieron sentir mierda siendo niña y por sangrar. ¿Qué culpa tiene mi cuerpo de latir y querer expandirse más allá de los límites de mi carne? ¿No es sangre viva y que da vida? ¿No acaso sirve para que la tierra dé frutos? ¿Por qué tendría que terminar en un bote de basura cuando puede hacerse arte, puede hacerse tinta, puede hacerse magia?
Fluyo hasta el suelo, como hace años que no fluyo. Le cuento a mi hermana, a mi madre, me acuerpan, me dan frijoles para el hierro y tés para la inflamación. No me siento sola más con esta sangre, que se vuelve un hilito más entre ellas y yo. Ancestras, vivan de nuevo en este flujo de mis entrañas. Ancestras, sepan que me estoy haciendo mía, como lo hicieron ustedes, que estoy honrando ese legado que me heredaron, que no las olvido, que me estoy prometiendo ser libre, por ustedes y por las que vienen.
Sangro. Soy una guerrera que decidió vivir, que renace en un ciclo de 28 días. Sangro y decido jamás esconder más esa sangre.