Por Andrea Franulic
*Texto publicado originalmente en Facebook y reproducido con el permiso de la autora
¿EDUCACIÓN NO SEXISTA?
¿Vamos a dejar las mujeres de estar inseridas en la tradición misógina de pensamiento masculino en todas las artes, disciplinas y ciencias?
¿Vamos a hablar en lengua materna y ya no en lengua androcéntrica que medie, con sus tecnicismos y su pseudo-universalidad, nuestra relación con el mundo y con nuestra propia experiencia?
¿Vamos a asumir que tras el sujeto genérico yace el sesgo masculino?
¿Vamos a hablar y buscar los contenidos del gran vacío desde donde se yergue la modernidad y su racionalidad, las verdades de nuestras antepasadas las brujas?
¿Vamos a reconocer que la historia de las mujeres es la historia de la humanidad?
¿Vamos a hablar de sexualidad echando por tierra el modelo reproductivista y su falocracia coital, con sus consecuentes instituciones como la heterosexualidad y la maternidad obligatorias, el matrimonio y la familia?
¿Vamos a seguir creyendo que nuestro placer y erotismo coinciden con los del hombre?
¿Vamos a indagar en los grandes silencios culturales del patriarcado que intervienen y rompen nuestras relaciones entre mujeres?
¿Vamos a develar sus grandes usurpaciones, parcelaciones y tergiversaciones de nuestras vidas, sus robos y mentiras?
¿Vamos a derribar los escalafones, las calificaciones, los grados y jerarquías de la lógica guerrera de la educación?
¿Vamos a cuestionar las dicotomías fundantes que la cruzan: trabajo y política, teoría y práctica, discurso y acción, maestro y discípulo, naturaleza y cultura, pasivo y activo, femenino y masculino?
¿Vamos a unir el pensamiento a los sentimientos, intuiciones, sueños, percepciones?
¿Vamos a dejar de fragmentar cuerpo y palabra?
¿Vamos a aceptar que el conocimiento y la creación son sexuados?
¿Vamos a dejar que el cuerpo sexuado mujer hable libre y genealógicamente, o volveremos a abandonarlo como una molestia biológica de la cual debo liberarme?
¿Vamos a desmontar las falsedades de la revolución sexual y la figura de la mujer emancipada que se homologa a los hombres?
¿Vamos a dejar de rendirles culto a los días sacros y patrios del calendario?
¿Vamos a dejar de lado cruces y charreteras? ¿Dioses y Ateneas?
¿Vamos a estudiar a Virginia Woolf junto a sus antecesoras, las hermanas Brontë, Jane Austen, George Eliot?
¿Vamos a trabajar con Adrienne Rich sin dejar de hablar de Mary Wollstonecraft y el movimiento de las Preciosas?
¿Vamos a leer a Christine de Pizán, profundizando en el movimiento de la Querella y de las Beguinas?
¿Vamos a hablar de Elena Caffarena sin aludir a su lazo con Olga Poblete?
¿Vamos a conocer a Virginia con Vita?
¿Vamos a olvidar a nuestras madres para luego venerarlas o repudiarlas en las publicidades vacuas y cosificantes del patriarcado?
¿Vamos a abandonar el orden simbólico patriarcal son sus sanciones, moralismos y punitivismos?
¿Vamos a conectar las verdades desde la mirada holística del pensamiento libre de las mujeres, y saber que la violación en las penumbras de las aulas y pasillos escolares y universitarios no se separa de la pornografía, la prostitución, la publicidad y la invisibilización de nuestra historia?
¿Educación no sexista?
Las preguntas son infinitas y estoy segura de que todas podemos seguir agregando preguntas o reformulándolas, porque en realidad se trata de una educación no androcéntrica, mejor todavía, de una civilización no androcéntrica. Se trata de algo profundo, de crear y descubrir otro orden simbólico, basado en el sentido libre de ser mujeres y mujeres lesbianas.
Si esto no es «educación no sexista», entonces es más de lo mismo: reformismo, inclusionismo, igualdad y género. Es otra vez absorber la energía creativa de las mujeres, arrebatarles su poder. Es otra vez un refinamiento patriarcal para amarrar aún más su decadencia como cultura.