Por María Fernanda Flores Álvarez
Hace unos días decidí, después de leer múltiples opiniones encontradas, ver la serie de Netflix “13 Reasons Why”. Por un lado, despertó mi curiosidad el murmullo entre las jóvenes al respecto, por otro, la crítica dura de los ‘opinadores profesionales’ en redes sociales y medios masivos. Mi conclusión: una serie que no deja a nadie indiferente.
La trama es desafortunadamente familiar, una estudiante de preparatoria decide terminar con su vida, pero con el giro de contar las razones de su suicidio en 13 cintas. La audiencia tiene la oportunidad de ir descubriendo la vida de una joven que se ve arrollada por la violencia de género en la escuela sin ninguna consecuencia para los agresores.
Los temas abordados son sumamente delicados, ya que van desde la cosificación de su cuerpo, el ciberbullying, la viralización de fotos íntimas, el hostigamiento, el acoso sexual y la violación. Cada capítulo va mostrando más y más la violencia a la que miles de jóvenes son sometidas día a día en un ambiente estudiantil hostil que las mantiene atrapadas en una red de constante opresión y agresión.
Cuanto más avanzaba la serie, más me cuestionaba si es que el personaje principal sufriría de las mismas circunstancias si fuera masculino. La respuesta fue NO. Un personaje masculino no habría sufrido toqueteos que no consintió, un personaje masculino no habría enfrentado una violación, un personaje masculino no habría acudido a un consejero que minimizara dicha agresión.
Una violación es una violación y la protagonista no recibió ayuda cuando la solicitó. Y ésta es una realidad, no sólo parte de la serie que se ha vuelto tan popular. A diario cientos, miles de mujeres son agredidas en espacios que deberían ser seguros. Muchas de ellas lo mantienen en secreto y fingen que no sucedió. Pero hay muchas otras que se deciden a evidenciarlo y, en muchos casos, son re-victimizadas en un contexto que las acusa de provocadoras, o por el contrario, son silenciadas y obligadas a compartir el mismo espacio que su violador mientras el resto se mantienen callados.
En cualquier contexto, una mujer que pide ayuda debe ser acompañada y no juzgada. Debe ser protegida y no desestimada. Debe ser escuchada y no culpabilizada. Y “13 Reasons Why”* evidencia cómo un rayo de esperanza para la víctima puede convertirse en el vacío más oscuro al pedir ayuda y negársela.
*La serie está basada en el libro de Jay Asher “Th1rteen R3asons Why” (“Por Trece Razones” en español) que este año cumplirá diez años de que fue publicado.