Por Montserrat Pérez
El año pasado escribimos sobre la huerta feminista, sobre la preparación y obstáculos que podemos llegar a tener cuando nos decidimos a iniciarla. Ahora estamos cerca del inicio de la primavera y, al menos en esta parte del mundo (hemisferio norte), el clima está mucho más tibio. Por eso, es buen momento para saber qué podemos sembrar en marzo en nuestra huertita.
Albahaca: (Ocimum basilicum) además de oler delicioso y la posibilidad de usarla para cocinar, la albahaca tiene propiedades antiinflamatorias que pueden ayudar en el tratamiento de inflamación vaginal y de la matriz, además de ser excelente para ayudar en el alivio de enfermedades respiratorias y lesiones de la piel y las articulaciones.
Siembra: en semilleros o directamente en la tierra o maceta. Se entierran dos o tres semillas a 2 cm de profundidad y se colocan en un lugar al sol directo. El semillero puede ser un huevo vaciado y limpio, al cual se le hace un pequeño agujero y se llena de tierra, en cuanto la planta crece, solamente rompemos el cascarón en la parte de abajo e introducimos en la tierra o maceta.
Chile: (Capsicum annuum) tanto la planta como el fruto tienen propiedades que pueden ayudar a la salud. En primer lugar, es antioxidante y rico en vitamina C, que ayuda a fortalecer el sistema inmune, aunado a que es antimicrobiano. Es excelente para prevenir y tratar enfermedades respiratorias e infecciones en general. Es laxante, diurético, antiséptico y actúa para aliviar los cólicos menstruales. Solamente no se recomienda cuando hay problemas gástricos, pues es irritante.
Siembra: también se puede hacer en semilleros o directamente en la tierra, aunque es recomendable hacerlo en un semillero o una maceta pequeña en la que podamos observar y cuidar a la plántula, que es bastante pequeña y delgada al principio. Se entierran las semillas a una profundidad de 6 a 10 mm y se deja un espacio de 60 a 70 cm entre planta y planta. Por experiencia, la planta de chile (serrano) es muy aguantadora, sí requiere de sol, pero no necesita muchos cuidados, siempre y cuando se le riegue cada 3 días, un poco más seguido cuando hace mucho calor. Puede que tarde mucho en florecer y aún más en dar frutos, depende de si hay otras plantas a su alrededor y qué tanta ventilación exista. También depende del “humor” de la planta.
Amaranto: (Amaranthus cruentus) su semilla tiene un valor nutricional altísimo y se puede usar para sustituir granos y harinas como la de trigo. Es antioxidante y excelente fuente de vitaminas A, B, C y D, ácido fólico, hierro, calcio y fósforo, por lo que es recomendable para fortalecer los huesos. Las hojas tienen un contenido de hierro superior a la espinaca.
Siembra: sí es posible sembrar amaranto en casa, pero tampoco debemos esperar cantidades industriales de semilla al momento de la cosecha. Se siembran las semillas al voleo (esparcidas al azar) en un almácigo que tenga 7 cm de profundidad. Cuando las plantas tengan algunas hojas grandes, se trasplanta a un almácigo de la misma profundidad, dejando un espacio de 4 a 5 cm entre planta y planta, y cuando ésta ha crecido unos 5 cm, se vuelve a cambiar, pero ahora al espacio donde crecerán el resto de su vida, pueden ser macetas, pero que tengan una profundidad de medio metro. Sí necesitan sol y suelen crecer bastante en altura, cuando tienen las condiciones adecuadas.
Betabel: (Beta vulgaris) tiene propiedades antimicrobianas y antioxidantes, ayuda a regular el colesterol en sangre y a disminuir dolores de cabeza y cólicos menstruales. Sus hojas tienen un alto contenido en hierro. En general, tanto el tubérculo, como las hojas, son buenos para el sistema inmune, el sistema nervioso y circulatorio.
Siembra: hay varias maneras de sembrar el betabel. Se puede hacer cortando el tubérculo dejando un poco menos de un centímetro en la parte superior, donde salen las hojas y ponerlo en un recipiente con agua, muy poca, solamente para que pueda alimentarse, en unos días saldrán hojas nuevas y luego raíces, se puede trasplantar a una maceta pequeña para que siga creciendo la planta y posteriormente pasarla a una maceta más grande. Hay que recordar que el betabel es un tubérculo, una raíz, pues, y necesita espacio hacia abajo. Necesita sol, mi planta no vivió mucho por eso, pero fue muy interesante ver el proceso del tubérculo, las hojas y las raíces.
La otra forma es a través de las semillas. En una maceta de al menos 20 centímetros de diámetro y 20 centímetros de profundidad se coloca la tierra, una tierra sana y floja. Las semillas se plantan a 2 cm de profundidad y con 12 cm de separación. Se riegan diariamente. Las plántulas débiles hay que sacarlas de la tierra, para que puedan crecer las plantas más fuertes. Honestamente, a mí me pone triste tirar las plantitas que no son tan fuertes, así que lo que hago es pasarlas a otra maceta y ver si crecen.
Apio: (Apium graveolens). Sus usos son principalmente para el sistema digestivo y para los riñones. Es una excelente fuente de fibra, ayuda contra el dolor de riñón, como diurético y para desinflamar la vejiga. Tiene otros usos, como auxiliar contra el dolor de cabeza, para bajar la presión y promover la buena circulación.
Siembra: también puede hacerse de dos formas, la primera es muy similar a la del betabel, igual se cortan los tallos, dejando uno o dos centímetros de la parte inferior. Se repite la operación, lo que quedó lo ponemos en un recipiente con muy poca agua y en un lugar ventilado, poco a poco irán creciendo hojas y tallos nuevos, así como raíces. En cuanto las raíces estén fuertes, se pasa a una maceta.
La segunda forma, con semillas, es la siguiente: se colocan de cuatro a cinco semillas en tierra con un poco de abono, igual se puede hacer en el semillero de huevo. Las semillas no se entierran, quedan superficialmente. Cuando las plántulas hayan desarrollado hojas maduras, se puede trasplantar, pensando que debe dejarse un espacio de al menos 20 cm entre planta y planta. El apio necesita la tierra muy húmeda y sol.
En general, la idea de la huerta feminista es darnos la posibilidad de cuidar de nuestra salud y también contribuir a la soberanía alimentaria, la no explotación de la tierra y dejar de consumir de empresas que lucran con el trabajo agrícola. También nos ayuda a crear redes solidarias entre mujeres: no podemos tener TODAS las plantas, pero podemos hacer intercambios con otras compañeras que tengan su huerta. Además de recurrir a productoras directamente.
Por otro lado, implica entender toda la complejidad que tiene el nacimiento y crecimiento de plantas y frutos. No es inmediato, requiere paciencia, cuidado, atención a los ciclos de las plantitas, ver dónde se sienten más cómodas, qué darles cuando hay una plaga u hongo y apreciar lo que consumimos, incluso se genera una relación diferente con la cuerpa y es una excelente terapia de vida.