Itzel Eguiluz
Fuente: Djóvenes.org
La semana pasada leía en CNN una nota que comenzaba más o menos así: ¿alguna vez has caminado, o has visto a alguna mujer caminando, con la cabeza agachada, sin mirar al frente, con los audífonos puestos, aunque sólo ella sepa que no escucha nada, tratando de pasar desapercibida? ¿Por qué una mujer caminaría así a plena luz del día por calles transitadas? Simple: violencia normalizada.
Piropo, palabra que la Real Academia de la Lengua equipara con alabanza, lisonja, elogio, es un claro ejemplo de la violencia normalizada que abunda cada día en las calles del mundo, tal vez no en todos los países o en todas las sociedades. Lo que queda claro es que pareciera normal que todo hombre estuviera en su derecho de decirle o gritarle a las mujeres frases sobre su cuerpo o su sexualidad por la calle. En el Distrito Federal es un delito, pero sin pena alguna.
¿Por qué los hombres creen que tienen derecho sobre el cuerpo cosificado de la mujer? Mucho tienen que ver los medios de comunicación. Miss Representation (2011) es un documental que presenta la problemática de que los medios de comunicación estén creados por hombres y que la mayor parte de quienes generan los contenidos sean parte del problema, de la subrepresentación de la mujer como un elemento de respeto y poder, de generación de conocimiento, de crecimiento social.
¿Qué hay de la violencia en los juegos de video y los videos musicales? Videojuegos en los que el objetivo es golpear con un tubo a una mujer hasta que muera, presentados como diversión por ser caricaturizados; videos musicales en donde las mujeres son objetos, propiedad de los hombres, siempre semidesnudas, presentadas sexualmente… y la canción, aplaudida, bailada y cantada por todo el mundo en las fiestas, otra vez normal.
Diversos estudios científicos publicados por la “American Psychological Association (APA)” y en revistas como “Psychological Science in the Public Interest” comprueban que existe relación entre la visualización de violencia en los medios de comunicación durante la infancia y la adolescencia y los comportamientos violentos.
Cuando escribo estas columnas me gustaría tener la capacidad para transmitirles la impotencia y el enojo que me genera ver a cientos de hombres y mujeres sabotearse a sí mismos por conseguir un ideal inexistente, creado para vender, para que compremos. ¿Por qué no reírse de los comerciales en donde un niño le pide a una mujer que le abra un refresco agitado, el cual le explota en el pecho quedando completamente empapada por él, como en el comercial de “Jack Soda”?; ¿por qué no desear a la mujer que está rodeada por cuatro hombres dispuestos a tener sexo con ella, como en el anuncio de Dolce & Gabbana?; ¿por qué no pasa una ráfaga de aire y le quita el vestido a la chica que va pasando por la calle y ella simplemente se sorprende de mostrar la impresionante lencería que lleva debajo, como en el comercial de Doritos? Porque las mujeres no somos cosas, no somos objetos sexuales, no somos un producto.
Sexualizar a las niñas a través de los concursos de belleza, pintar sus uñas, cambiar el color de su cabello no suele ser un problema, pero cuando se trata de promover la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (VPH), entonces se vuelve un escándalo social por la totalmente incorrecta creencia de que se promueve el sexo. Según la APA los tres problemas de salud más comunes debido a la sexualización de las mujeres son los desórdenes alimenticios, la depresión y la baja autoestima.
Finalizo con una cita de Rich (1996) que aparece en el Informe Nacional sobre la Violencia y la Salud en México de Ipas:
“Esta visión del mundo y de las relaciones entre las personas, favorece que algunos hombres consideren a las mujeres como su propiedad, incluida su sexualidad, que puede ser usada cuando ellos quieran. Así, el coito forzado se convierte en la reafirmación del poder y la autoridad de los hombres y la represión de las mujeres.”
Dejemos de pasar por alto todas las imágenes violentas contra las mujeres que se ven a diario en los medios de comunicación, dejemos de normalizar la violencia.
Películas recomendadas:
Miss Representation, de Jennifer Siebel (2011)
Little Miss Sunshine, de Jonathan Dayton y Valerie Faris (2006)