Esta es la segunda parte del texto:
Ginocidio como oportunidad de negocios para los de arriba
Recuerdo que el año pasado, durante el tiempo en que estábamos recopilando firmas para la candidatura independiente de la vocera de los pueblos originarios organizados en el Congreso Nacional Indígena (CNI) y el Concejo Indígena de Gobierno (CIG), Marichuy Patricio Martínez –una mujer indígena y pobre, de un pueblito, Tuxpan, de Jalisco, que camina en y con el CNI desde su creación–, mi mamá se tomó la tarea de comentarme, mientras comíamos, el minúsculo tiempo que las televisoras le daban a Marichuy, en comparación con el tiempo que le daban al resto de quienes buscaban esa misma candidatura.
Hoy también en casa de mi madre, vi una nota en televisión abierta, de cómo los periodistas arrinconan a Yalitza Aparicio Martínez, protagonista de la película Roma, mujer indígena también, habitante de un pequeño pueblo de Oaxaca, llamado Tlaxiaco. La arrinconaron para hacerle preguntas, para tomarle fotos y de hecho la nota en televisión no giró entorno a sus respuestas, sino la fascinación por el “fenómeno” en que Yalitza ha sido convertida.
A inicios diciembre de 2018, se realizó el Festival de cine Puy ta Cuxlejaltic (Caracol de nuestra vida) en tierras de praxis Zapatistas. La inauguración fue en el cine Comandanta Ramona, con la película Roma, en su estreno mundial. Después de la película, y en el marco del día de muertos, más de 1, 000 veladoras se encendieron en honor a sus muertas y sus muertos. Y luego, en el mismo marco, la praxis Zapatista le dio su respeto (un reconocimiento que entregaban niños y niñas Zapatistas) a Libo, la mujer en que se inspiró Cuarón para hacer la historia que contó en el formato de película). De esta inauguración, ceremonia y entrega de respeto, no se habló en televisión nacional, ni en las noticias, ni en los espectáculos; el silencio de los medios de arriba fue lo que acompañó a este pedazo de camino transitado por la película Roma.
Luego, cuando la película empezó a caminar por las alfombras rojas, los reflectores se encendieron y le han dedicado horas y horas en tv, en radio, portadas de revistas nacionales e internacionales, comentarios sobre la ropa de Yalitza, sobre cómo se ha convertido en una celebridad, sobre la nominación a los premios de cine tanto de la película como de su protagonista Yalitza. Y se ha informado hasta el cansancio, que los dueños de la película, han gastado más en publicidad de ésta, que lo que costó la producción de la película.
Dos mujeres indígenas, que cuando han ocupado el espacio público han sido blanco del racismo y
clasismo que como pueblo conquistado y avergonzado de su historia, manifestamos de diversos
modos.
Dos mujeres indígenas, una ignorada por los medios de paga, otra promovida justamente desde los
medios de paga.
Una propuesta, la de Marichuy, de unir dolores y procesos organizativos para mejor defendernos del embate del capitalismo neoliberal que en el marco del patriarcado, explota, reprime, despoja y desprecia. Por otra parte, Yalitza, una mujer indígena, joven, que sin tener experiencia en cine, alcanza la fama con una sola película que es lanzada mundialmente no sólo en salas de cine, sino por internet y que ha desfilado por las más “importantes” alfombras rojas del mundo del espectáculo.
Una pelícua: Roma, mirada desde dos sitios. En el abajo, donde se reconoce a las mujeres indígenas que viven, es decir, que luchan y que resisten el embate de la velocidad de la modernidad, siendo fieles a la velocidad otra, a la de la vida, que es cíclica, que es nutricia, que se entreteje en red con otras vidas. Una mirada, desde abajo, que presenta RESPETO a Libo, la mujer que vive esa vida, antes de que fuera historia de cine y que entrelaza la película, con la memoria de las y los muertos que desde todas las resistencias, acompañan las luchas por la vida digna.
En el contexto de que México se ha mantenido a la cabeza de los feminicidios en tierras de Abya Yala, con entre 7 y 9 mujeres asesinadas diariamente. Además de ocupar primeros lugares en embarazo de niñas y adolescentes, relacionados con violencia sexual de todos los tipos, con aumento en violaciones, desapariciones de mujeres, y recientemente con las formas de levantones de mujeres jóvenes a plena luz del día y con testigos que están ocurriendo en las grandes ciudades principalmente; quiero volver a pensar en la mirada del arriba sobre la película Roma y específicamente, sobre Yalitza como fenómeno dual: nicho de negocios y arma de constrainsurgencia.
Entonces, empiezo preguntándome el qué. Y puntualizo: Han convertido, desde la mirada del arriba a YALITZA en una celebridad. Y sigo preguntándome ¿Para qué han convertido a Yalitza en una celebridad que modela marcas caras -inaccesibles a la mayoría de la población-? ¿Para qué han convertido a Yalitza en una fantasía de sumisión y entrega en la pantalla grande? ¿Para quiénes es esa fantasía? ¿A quiénes le envían ese mensaje los señores del dinero que promocionan con más de 20 millones de dólares una película? Y sigo preguntándome ¿Para qué muestran con tanta insistencia a Yalitza como una mujer seducida por la fama, el lujo y la imagen sexualizada que mira atentamente a un hombre que la observa desde arriba, fuera de la pantalla grande, pero dentro del mundo del espectáculo, de los negocios?
Van mis respuestas en construcción:
La venden desde arriba, como fantasía de entrega y sumisión, para reforzar, en los hombres y sus instituciones, la tarea de mantenernos sometidas, de obligarnos a mantenernos en nuestro sitio de silencio, entrega y receptividad que nos anula como mujeres que somos, que pensamos, que creamos, que soñamos.
La venden desde el arriba como fantasía para los ricos nacionales y los ricos extranjeros; porque es más sencillo robarse a las mujeres indígenas de pueblos no organizados, porque nadie las busca, porque las autoridades ni levantan las denuncias y los medios ni las nombran; porque las mujeres indígenas, para el arriba no existen en tanto personas, sino en tanto servidoras, esclavas sin voz y sin necesidades, sin red vital, sin historia. Así que, están, desde arriba, sexualizando, en busca del mercado grande, de los señores con mucho dinero, la corporalidad de mujer indígena, totalmente entregada. Y entiendo que esto no es nuevo, se me viene a la cabeza la historia continua de las mujeres pobres de pueblos que van a vivir a casas donde las emplean, como a Libo, que luego llamaron Cleo en la película y los patrones y los hijos, las violan y las embarazan, para luego correrlas. Así pues, no es que sea un fenómeno nuevo el de la violencia sexual contra mujeres indígenas y pobres; lo que es nuevo, es que lo están lanzando como un negocio a nivel mundial y no de manera clandestina, sino con bombo y platillo, literalmente, desde la alfombra roja.
Y es que desde arriba, la premisa del actual modelo económico-social, es: la mayor tasa de ganancia (capitalismo) en el menor tiempo posible (neoliberalismo) sostenido sobre el cuerpo de las mujeres de todas las edades y la tierra (patriarcado).
Así pues, no se conforman con las ganancias que están produciendo las redes clandestinas de compra y venta de mujeres de todas las edades para todos los usos mercantiles que se les ocurren, sino que, necesitan meterle velocidad y entonces, convierten abiertamente en celebridad a una mujer indígena mexicana, con el mensaje claro: mira lo cariñosa que es, mira lo obediente, mira que no da nada de problemas, mira que se entrega completamente.
Dice la praxis Zapatista que la respuesta a la pregunta ¿cuál es la velocidad del sueño? Es: no sé* claro si la pregunta se hace desde abajo, porque no es una receta. Pero la velocidad de la pesadilla que impone el arriba es clara: destruir lo que está enraizado a la vida, como las mujeres indígenas, para “reconstruirlo” máquina productora de bienes de consumo para aumentar la tasa de ganancia de los señores del dinero, en el menor tiempo posible.
Y es desde ahí, desde esa velocidad de la pesadilla que nos imponen, que Yalitza como imagen mediática ha sido construida, para alentar -promover- el consumo misógino y feminicida de mujeres indígenas; y está siendo construida para alentar -promover- la idea de desarrollo y progreso de las mujeres pobres: mira, ella, Yalitza que se parece a mi, pudo llegar, con su esfuerzo hasta la cima; yo también puedo, si me esfuerzo. Omitiendo, claro que ese sueño no es nuestro, sino un sueño que genera ganancias económicas y simbólicas a los dueños de los medios de producción, incluso de producción del deseo -entendido como necesidades vitales ya atravesadas por la conciencia colonizada por el sistema- capitalista, neoliberal, patriarcal.
Pero, para que Yalitza-celebridad, sea modelo de vida y mercancía redituable y quienes somos como ella, en tanto mujeres, en tanto pobres, en tanto indígenas, en tanto habitantes de un país colonizado y pauperizado por los países del nortegeopolítico, querramos imitarla; necesitan destruir lo que somos (así como en las guerras de invasión, que primero destruyen para luego construir pero a su modo y en su beneficio). Y por eso la visten de marcas caras, para vendernos la idea de que las mujeres pobres hemos de “alinearnos” al deseo de comprar lo más caro, porque “nos lo merecemos”, adoptando el sueño de empoderamiento neoliberal, que es individualista y consumista, acrítico del sistema y borrando la historia permanente de explotación detrás de esas marcas caras. Explotación de mujeres de todas las edades y de niños en los países explotados por los otros países en beneficio de los señores del dinero.
Pero no sólo la visten de marcas caras; la hacen parecer deseante de esas marcas, la hacen modelar cómodamente esas marcas caras, como si deseara los reflectores, como si se sintiera en su medio; un medio que históricamente ha despreciado a las que somos como ella no en tanto celebridad, sino en tanto mujeres pobres e indígenas y que ahora parece abrirse de par en par; para venderla y vendernos, para destruirnos como mujeres que somos y construirnos sujetas de consumo en los dos sentidos posibles: que consumamos nosotras -aunque para eso tengamos que abandonar nuestra dignidad- y que nos consuman a nosotras.
Al presentar a Yalitza, una mujer indígena joven, como una deseante de esos reflectores, de esos lujos, de esa fama, la presentan también como anhelante de la mirada de los hombres del arriba y si tienen dudas al respecto, miren las fotos donde posa con hombres ricos y guapos según los canones occidentales. Refuerzan la heterosexualidad y la construyen mirando para arriba, lo más arriba; para que nosotras, la imitemos y deseemos ser como ella; pero no como la Yalitza de pueblo originario, sino como la Yalitza reconstruida al modo del patriarcado en su versión capitalista neoliberal.
Y al construirla como una mujer anhelante del arriba, aceptando la pesadilla disfrazada de sueño del arriba; nos hacen creer que las mujeres de pueblos originarios, son como esa versión capitalista- neoliberal que han montado sobre la Yalitza mujer de pueblo originario, con el propósito de denostar a las mujeres que han luchado desde hace más de 500 años para cuidar la tierra que nos da y sostiene la vida; mujeres que han resistido con sus cuerpos, los embates colonialistas que intentan desde hace más de 500 años devastar la tierra para convertir todo en mercancía y producir ganancias para unos pocos a costa de la vida toda.
Como celebridad surgida de un pueblo de México, nos instalan la idea de que las mujeres de los pueblos originarios desean el sueño del progreso y del desarrollo necrófilo que imponen los señores del dinero. Como celebridad la contraponen a todas las mujeres de pueblos originarios organizados y de los sótanos de la humanidad que nos resistimos a rendirnos ante el sueño-destino de muerte que nos quieren imponer para aumentar su tasa de ganancia en el menor tiempo posible.
Como celebridad, sumisa dentro de la pantalla grande y glamourosa en las alfombras rojas, la contraponen a quienes caminamos los caminos de tierra desde la dignidad que construimos en nuestra cotidianidad.
Al exponerla, como la exponen los reflectores, las cámaras, los micrófonos, las redes, las revistas, como celebridad, ocultan a las mujeres que luchamos cada día para no ser asesinadas, para no ser vendidas, para no ser violadas, para no ser desaparecidas, para no ser silenciadas, para no ser suprimidas. Y los arribas pueden decir ¿de qué se quejan si ya sale Yalitza en los medios?; pero ¿cuál es el mensaje de Yalitza convertidad en celebridad? Es decir, nos ponen en los medios pero no como somos, sino como nos construyen mercancía.
Así, la figura de la vocera y concejalas del Concejo Indígena de Gobierno no aparecen en los medios porque no son vendibles, porque no se venden; así las luchas de las mujeres en los barrios, en las calles, en los pueblos no aparecen; así el clamor de las madres, hermanas, hijas, amigas y compañeras de las desaparecidas, no aparecen en los medios porque no cumplen los requisitos de ser “atractivas” para el mercado; ni quienes claman justicia por los feminicidios y quienes piden un alto a ese horror; así las exigencias de las mujeres obreras, no aparecen en los medios porque no generan ganancias. Y entonces, al “alumbrar” a Yalitza celebridad, en realidad, están opacando las luchas de las mujeres más pobres, de las que habitamos los sótanos de la humanidad y los pueblos originarios y desde ahí resistimos sin desear el arriba, sino construyendo para que el arriba ya no pueda existir.
Parafraseando la praxis Zapatista, al convertir, desde arriba a Yalitza en celebridad la construyen muro que oculta a las mujeres que puentes somos.
* Tanto en la primera como en la tercera parte del texto: La Velocidad del sueño. Primera parte, botas, tercera parte, pies desnudos. De 2004, aquí.
No concuerdo con este análisis que deja a Yalitzia sin voz y voto. La he escuchado en entrevistas con una claridad que muchos quisieran y en ningún momento la siento sumisa y perpetuando un rol que nunca le ha correspondido… Falta mayor amplitud de visión y criterio, creo…
Esta visión no la comparto, la observo fantasiosa y errada. Simplemente triunfa, la reciben con gusto en medios europeos y norteamericanos, aquí la desprecian como ultimamente han despreciado a los zapatistas, por la incultura y el racismo. Los artistas mexicanos que nunca han superado el nivel de telenovelas mediocres estàn dolidos, son envidiosos y racistas (( al final de cuentas no dejan de ser reflejo de una sociedad con muy bajo nivel cultural y racista). Le deseo lo mejor a Yalitza, nada me gustaría más que gane el oscar!!
Es la oportunidad para que la organización zapatista se acerque a Yalitza. Probablemente le falta formación política, pero tiene capacidad para aprender. Sería un gran cuadro.
Interesante tu reflexión, por lo que me gustaría conocer tu propuesta para que esto que denuncias no ocurriera y se visibilizara a «Yalitzia reconstruida al modo del patriarcado en su versión capitalista neoliberal». cómo tendrían que ser las fotos, las entrevistas, la ropa. Nos falta o a mí me falta visión a este respecto. Estamos tan acostumbrados a consumir este tipo de información, que de repente ya es complicado imaginarnos otra cosa.
Pienso que es un análisis muy interesante, y concuerdo.
Claro que no se acaba la lucha por esto, pero sí es el mensaje que quieren dar «los de arriba».
Se busca neutralizarnos, y cooptarnos.
No nos engañaran con espejitos, ni cuentas de colores.