Feminismo

[Una foto, una historia feminista] “Todas pedimos trabajo”, la protesta de las trabajadoras SEGUNDA PARTE

Por Angélica Jocelyn Soto Espinosa

 

Hace unos meses te contamos sobre una fotografía en la que aparece medio centenar de mujeres vestidas con faldas largas y rebozos, que marchaban y sostenían dos pancartas con la leyenda “Todas pedimos trabajo”. La foto no tenía muchos identificadores, pero se sospechaba que fue tomada entre 1912 y 1913 en la Ciudad de México. Esa foto nos despertó dudas sobre qué registro existe de la participación de las mujeres en las protestas obreras y en el fin del sistema laboral esclavista del porfiriato. Indagamos más y encontramos nuevas fotografías que nos regalan una perspectiva más cercana de algunas de esas mujeres que defendieron la dignidad de las trabajadoras en la época posrevolucionaria.

Fotografía: Manifestación de obreras con pancartas (atribuido), Colección Archivo Casasola, Memórica, URL: https://memoricamexico.gob.mx/swb/memorica/Cedula?oId=8lOpX3gBEm5o1lkeSR3L

 

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En esta nueva entrega hablaremos de tres fotografías resguardadas en la Hemeroteca Nacional de México de la UNAM y que fueron publicadas en La Semana Ilustrada, una revista dedicada a difundir la vida social y política de México a través de imágenes y noticias.

Esta revista era de tipo oficialista y estaba dirigida, producida y escrita casi totalmente por hombres. La mayoría de las mujeres que fueron retratadas en esta publicación, sobre todo en las primeras décadas del siglo XIX, pertenecían a la clase gobernante o al mundo de la cultura y su aparición en la revista era generalmente por su casamiento, porque asistían a algún evento público o eran artistas. Por eso llama la atención la aparición, en una página completa, de tres fotografías de mujeres obreras textiles. 

La página lleva el título Por el bienestar de las obreras. El pie de foto dice: “las midinettes (o joven trabajadora) mexicanas, esas abejas de nuestra industria han hecho una manifestación pública para pedir trabajo. Pronto celebrarán una convención en la que tratarán de fijar los salarios equitativamente”. 

Estas imágenes fueron publicadas en la edición del 16 de diciembre de 1913, no contiene el nombre de la persona que las tomó ni ningún otro detalle sobre quiénes fueron esas mujeres o de la protesta que llevaron a cabo. 

Además de la coincidencia en el año y en la exigencia de “trabajo para todas”, no hay ningún dato nuevo que nos permita afirmar que estas mujeres participaron en la protesta que se retrata en la primera parte de esta entrega. 

Estas fotografías, sin embargo, son evidencia de la participación activa que tuvieron las mujeres en 1913 en la consolidación de un marco legal que reconociera mejor salario y mejores condiciones laborales para las y los trabajadores.  

Como se apuntó en la primera entrega, la historiografía y el periodismo feminista tienen registro de la participación de las mujeres en las luchas obreras al menos desde 1857, cuando se realizó la primera gran huelga textil en Guadalajara, protagonizada y sostenida por mujeres que exigían aumento salarial, disminución de la jornada de trabajo, la protección de la maternidad y la protección de la infancia trabajadora, de acuerdo con la periodista Adelina Zendejas en su libro La mujer en la Intervención francesa y las luchas de las mujeres de 1821 a 1975.

En 1910, las mujeres representaban 35 por ciento de la fuerza de trabajo remunerada en la Ciudad de México, muy por encima del promedio nacional del 12 por ciento. La mayoría de los trabajos de las mujeres se encontraban en los hogares, pero también en las industrias de alimentos, del vestido y del cigarro, entre las más importantes, de acuerdo con la historiadora Anna Ribera Carbó en su artículo Mujeres sindicalistas: las trabajadoras de la Casa del Obrero Mundial (1912- 1916). Una aproximación a las fuentes para su estudio

El año de 1912 fue decisivo para la lucha obrera, ya que tras la huelga de Río Blanco en 1907 (protagonizada por las obreras textiles en Veracruz) y el fin del gobierno porfirista, México inició un proceso de negociación entre los representantes de la industria, el gobierno representado en el Departamento del Trabajo y las y los trabajadores. Estas negociaciones ocurrieron mediante convenciones y, principalmente, huelgas y marchas en las que las y los trabajadores no sólo se posicionaron en contra de las exigencias patronales, sino que plantearon sus propias normas para continuar en el empleo. 

Muchas de estas marchas obreras fueron organizadas por la Casa del Obrero Mundial, una organización anarcosindicalista que dio cabida a la organización de las mujeres que se gestó por la mejora de sus condiciones de vida.

Por ejemplo, una de las fundadoras de la Casa del Obrero Mundial fue María del Carmen Frías, quien era obrera textil de la fábrica de Hilados y Bonetería La Abeja S.A de Puente de Sierra D.F. y fundadora de la primera organización revolucionaria femenina contra la dictadura porfiriana en 1907, de acuerdo con Ana María Hernández en su libro La mujer mexicana en la industria textil. 

En marzo de 1912, las trabajadoras de la textilera “La Corona” fueron a huelga “en contra del maltrato”. En agosto, las obreras de la fábrica “El hércules”, en Querétaro, exigieron la sustitución de un supervisor llamado Octavio Regalado, a quien acusaron de “ser un abusivo que invierte la mayor parte del día paseándose por el departamento donde trabajamos, maltratandonos y diciéndonos cosas que nosotras como mujeres no podemos repetir”, de acuerdo con lo documentado en el libro México y el mundo del trabajo: ensayos sobre trabajadores, líderes y gángsters. 

Es de recordar que como parte de estas protestas, las mujeres consiguieron, entre otros logros, que en el artículo 123 de la Constitución mexicana promulgada en 1917 se les reconociera la prohibición de las labores insalubres o peligrosas para las mujeres en general y ​​que las mujeres durante los tres meses anteriores al parto no desempeñarán trabajos físicos que exijan esfuerzo material considerable. En el mes siguiente al parto disfrutarán forzosamente de descanso, debiendo percibir su salario íntegro y conservar su empleo y los derechos que hubieren adquirido por su contrato. En el periodo de la lactancia tendrán dos descansos extraordinarios por día, de media hora cada uno, para amamantar a sus hijas e hijos. Con el paso de los años, la lucha de las obreras consiguió nuevas reformas a la Constitución a fin de que las condiciones específicas para ellas no fueran limitativas.

 

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La Crítica