Todo empezó con una historia en Instagram. Una estudiante de la Universidad de Guadalajara subió su título de egresada. El documento tenía una alteración, que ella le hizo, en la parte del grado. La alumna escribió a mano la palabra “licenciada” en lugar de “licenciado”.
Sadel Quintero y Juliet García, otras alumnas de esa universidad, no podían creer lo que veían. Pero su sorpresa no era porque una de sus compañeras decidió rayonear el máximo documento oficial en materia académica. Lo que las impactó fue que la Universidad insistiera en llamar licenciado a una mujer.
Pronto llamaron por teléfono a otras de sus compañeras también recién egresadas de esa Universidad. Todas revisaron sus títulos y encontraron lo mismo: junto a sus nombres, la palabra “licenciado en Administración”.
Buscaron apoyo dentro de la Universidad y decidieron escribir un oficio formal al Rector general, el abogado general, al secretario general, al presidente de la FEU y al presidente del Consejo universitario de la Universidad de Guadalajara para que en adelante expidiera títulos en femenino cuando correspondiera.
Nadie les ha dado una respuesta oficial, pero un mes después de haber entregado y recibido la carta en las oficinas de la Dirección, las alumnas se enteraron que la Universidad empezó a emitir los títulos en femenino.
El pasado 17 de junio, Maricruz García se titulaba como socióloga de la Universidad Autónoma de Querétaro, pero al recibir el certificado oficial que le avala ese grado académico resultó que decía «licenciado en sociología«.
Maricruz, que es activista lesbiana, decidió exigir por escrito a las autoridades académicas que su título se emitiera en femenino.
Luego de iniciar una campaña en redes sociales bajo el hashtag #licenciadAsUAQ, a la que se adhirieron más mujeres a través de firmas, la universidad respondió así:
Y en una reunión con las alumnas, la rectora de la Universidad de Querétaro, Margarita Teresa de Jesús, les respondió: “En principio, la idea general, justamente para facilitar la expedición de títulos, que no sea una situación administrativa más compleja, es que sean títulos neutros. Es decir, que en lugar de decir: licenciado en o licenciada en, sea licenciatura en o ingeniería”
Ante la posibilidad de convertir en regla un «lenguaje neutro» para todas las alumnas sin reconocerlas como licenciadas, Maricruz, junto a Valeria Martínez y María Fernanda Tavera, estudiantes de la misma universidad, presentaron el 28 de junio una queja ante la Defensoría de los Derechos Humanos de Querétaro firmada también por más de 150 egresadas y estudiantes de la universidad, donde solicitan ser visibilizadas incluso en los reglamentos y estatutos para garantizar la «igualdad sustantiva».
En ella, argumentan que “Obviarnos dentro de una terminología neutra no es visibilizar a las mujeres ni reconocer nuestros logros y los espacios que con la lucha hemos conquistado. La modificación a los títulos no sólo tiene efectos simbólicos, sino que también concreta nuestros derechos como el de la igualdad sustantiva, equidad, no discriminación y una vida libre de violencia”
La Defensoría respondió el 4 de Julio que la queja fue admitida y que los hechos se investigaran por presunta violación a los derechos humanos.
La primera mujer que se tituló de una universidad en México (Margarita Chorné y Salazar) lo hizo en 1886, de acuerdo con la investigación Ingreso y presencia de las mujeres en la matrícula universitaria en México, Rosa María Huerta Mata.
Y actualmente, en la mayoría de las carreras ellas representan más del 50 por ciento de la población estudiantil. A pesar de ello, en 2019 las casas de estudio en los estados todavía deciden, de manera discrecional, si emiten los títulos de las alumnas en femenino o en masculino genérico.
De acuerdo con datos de 2018 del Observatorio Nacional para la Igualdad de Género en las Instituciones de Educación Media Superior, sólo dos universidades de las 41 que evalúa califican con el máximo índice en lenguaje incluyente y no sexista, que mide, entre otros indicadores, que se emitan títulos en femenino.
Y es que expedir certificados académicos según el sexo no está estipulado en ningún marco regulatorio de la máxima casa de estudios ni de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Esto quiero decir que queda a discreción de cada universidad reconocer en femenino los grados académicos de las las mujeres.
Por ejemplo, el Documento Básico para el Fortalecimiento de la Política Institucional de Género en la UNAM, que elaboró la Comisión Especial de Equidad de Género del H. Consejo Universitario de esa máxima casa de estudios, dice que “es recomendable (más no obligatorio), en la medida de lo posible, el uso del lenguaje incluyente en los formatos, informes y documentos oficiales emitidos por la UNAM”.
Pero, aunque no sea la norma, tampoco existe ningún reglamento que permita a las universidades negar los títulos en femenino.
De hecho, si la universidad emite un título bajo el sexo incorrecto, la SEP permite hacer una cita para “enmendar errores de acentos o género en los documentos oficiales”, ya que esto incluso podría traer problemas para ejercer, pero este trámite tiene un costo de 188 pesos que debe asumir la profesionista.
Dejar esto a libre decisión del cuerpo directivo de los centros de estudios, resultó en que las instituciones académicas emitan títulos en femeninos a cuentagotas y, en la mayoría de los casos, hasta que las alumnas inician protestas.
De acuerdo con una revisión hemerográfica de La Crítica, la Universidad del Estado de México fue la primera en firmar un acuerdo para que “los Certificados de Estudios, Cartas de Pasante, Certificados de Servicio Social, Actas de Evaluación Profesional, Títulos Profesionales, Diplomas de Especialidad y Grados especificarán la adecuación pertinente de la palabra que corresponda al género de que se trate».
Este acuerdo sucedió en 2005, cinco años después de que la secretaria Docente, Maricruz Morena Zegal, lo solicitara al rector de la univesidad, Rafael López Castañeda.
Luego, en octubre 2007, la UASLP comenzó a expedir los títulos en femenino. Según los registros periodísticos, es posible que ésta universidad fue la primera en convertir en regla esta práctica.
Seis años después, en 2012, la Directora General del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Yoloxóchitl Bustamante Díez, presidió una ceremonia de “Entrega simbólica de Títulos Profesionales según sexo: la diferencia de una letra”, pero fue hasta 2014, cuando el IPN decidió ordenar en sólo 44 carreras la emisión de títulos profesionales por género.
Y en noviembre de 2017, la Universidad de Guanajuato (UG) decidió por primera vez expedir documentos de grado en femenino. Además de estas universidades, ninguna otra ha hecho público su intención de modificar su reglamento para que los documentos académicas oficiales visibilicen que, tras décadas de inclusión a la educación media superior, quien se está titulando es una mujer y no un hombre.
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