Ciudad de México, 13 de julio, 2019.- Hace un mes, Juana Imelda Aguilera González (reclusa desde hace 13 años en el Centro Femenil de Reinserción Social Santa Martha Acatitla) convivía con su hija Michelle de dos años cuando le soltó un ligero manotazo para que dejara de llorar.
De acuerdo con el testimonio telefónico de Imelda, ese día un custodio, que las vio por detrás, la acusó de maltratar físicamente a la menor. Las autoridades del Centro iniciaron entonces una investigación por maltrato infantil.
Ésta sería la primera vez que Imelda recibe un señalamiento así, ya que la menor pasa cada día por los servicios médicos para verificar que no tenga lesiones. Nunca se le ha encontrado ningún signo de maltrato.
Al cabo de unas semanas, las autoridades responsables le dijeron a Imelda que sólo debía recibir atención psicológica.
Sin embargo, el pasado 12 de julio por la tarde, Brenda Jobana Guzmán Torres, abogada; Diana Amelia Centeno Sánchez, trabajadora social; y Teresa Regalado Dominguez, psicóloga –que inicialmente no se identificaron como personal del Sistema Integral de Desarrollo para la Familia (DIF), donde laboran— llegaron al Cefereso para llevarse a la niña.
El servicio médico del Cefereso revisó nuevamente a la madre y a la niña y de nuevo no encontraron ninguna lesión.
Según argumentaron las funcionarias del DIF, Imelda había sido acusada de violencia verbal y física en contra de la menor, además de que —según le dijeron— en una estancia del Estado estaría mejor que en la celda, y la cuestionaron sobre dónde obtenía las cosas de Michel si generalmente no recibía visitas.
De acuerdo con Imelda, la niña es lactante, por lo que la necesita para su alimentación, además de que es muy apegada a ella porque casi no sale fuera del Cefereso.
Sin presentar ninguna prueba de la supuesta violencia que Imelda ejercía contra la niña ni ningún sustento legal, las tres funcionarias advirtieron a Imelda que si no se tranquilizaba no volvería a ver a su hija.
Al no obtener la ayuda de ninguna custodia ni tampoco ninguna asistencia legal, Imelda se vio forzada a firmar una carta para que la niña saliera.
Sin embargo, una vez separadas, ninguna autoridad avisó a la reclusa sobre el paradero de su hija. Por ello, Imelda presentó una queja ante la Comisión de Derechos Humanos de la CDMX, una denuncia penal y se inició una campaña a su favor en redes sociales.
Luego de la presión pública, Antonio Hazael Ruiz, subsecretario del Sistema Penitenciario de la Ciudad de México, dijo en su cuenta de Twitter que la niña estaba bien y, más tarde, el DIF difundió un comunicado para aclarar que la familia extendida de Michelle había sido debidamente informada de su paradero.
No obstante, Imelda señaló que ni ella ni su familia había sido informada oficialmente sino que fue ella quien indagó en la dirección del Cefereso a dónde se habían llevado a la menor.
Imelda busca por vías legales, desde la cárcel, que las autoridades le devuelvan la custodia de su hija.
“Siento un vacío (…) y si la niña quiere que le den pecho, que le canten, quiere estar conmigo, ¿qué hace?”, señaló Imelda.
Ni ella ni la familia extendida de la menor han podido verificar que la niña está en el DIF, ya que se les pidió que se presenten hasta el lunes por la mañana.
Desde 2017, la SCJN determinó que las y los niños que nacen y viven en prisión, porque sus mamás están cumpliendo una sentencia, no pueden ser separados tajantemente, ya que eso puede provocar en la niñez la pérdida de su principal fuente de recursos emocionales y psicológicos, lo que compromete su desarrollo social, emocional y cognitivo.
Mi pregunta es; ¿qué es lo que las personas no emparentadas, pero interesadas podemos ayudar en este esfuerzo de reunificación?
Está comprobado que los infantes necesitan de aquellos con los que tienen apego, principalmente de la madre, de quien reconocen la voz desde el vientre.
Como educadora de padres profesional con especialidad en desarrollo infantil en EU; puedo acertar que es muy normal
Que los padres en estados de estrés (La privación de la libertad es uno de los mayores estresores que una persona puede sufrir) es normal perder los estribos, pues un pequeño de la edad de dos años muestra rebeldía al empezar a reconocer independencia de sus padres ( detectar su individualidad). Un grito i un manazo no sin sinónimos de abuso. Moretones en diferentes etapas de coloración si son, temor expreso del niño en contra del padre puede ser, husos en diferentes etapas de recuperación de fracturas y hasta quebraduras son señales de abuso; Falla del niño de subir peso o de alcanzar sus etapas de desarrollo pueden ser. Dientes podridos son muestra de negligencia.
Yo he visto fotos de Michelle, es una niña de ojos brillantes y sonrisa amplia, su piel luce como la de cualquier niño de su edad y francamente es hermosísima! Serà esta la causa de su desaparición? Serà que alguien se percató de su belleza y encanto y la quiere para si?