¿Qué es el periodismo feminista? Hace poco me lo preguntó alguien cuando le platicaba un poco de lo que hacía. Le comenté que era diferente a otros abordajes periodísticos en diferentes sentidos: contenidos, elaboración, análisis, inclusive el uso de imágenes y demás. Sin embargo, pienso que es algo que a veces no se termina de entender.
Periodismo es periodismo, ¿no? O, periodismo feminista es agregarle perspectiva de género, ¿no? La respuesta a ambas preguntas es NO. Si bien la práctica del periodismo implica una base común entre quienes lo practican (esto en teoría, claro), hay diferencias muy claras, empezando porque el periodismo feminista no tiene miedo en declararse así: feminista.
Ahora, sobre la pregunta sobre periodismo feminista y periodismo con perspectiva de género son lo mismo, me gustaría aclarar que el concepto de “perspectiva de género” proviene del neoliberalismo y de un intento deliberado para borrar a los feminismos y seguir una agenda muy particular en el que las mujeres tienen cada vez menos cabida. Abundaré un poco más adelante al respecto.
Ahora, incluso entre quienes pensamos que ejercemos un periodismo feminista, hay discrepancias. Sin embargo, me gustaría plantear algunos puntos que considero claves para esbozar un periodismo feminista.
El periodismo feminista lo hacen mujeres, para mujeres, abordando temas que atañen a las mujeres: este punto me parece uno de los más importantes. No, la verdad no considero feministas esos medios en los varones hablan sobre temas de mujeres, de hecho me parece que es una apropiación de espacios que no les corresponden y se nota en la forma en la que muchas veces se aproximan a los temas. No voy a abundar sobre por qué me parece que los hombres no pueden ser feministas, hay mucha literatura en internet que se puede consultar. Sin embargo, puedo mencionar brevemente que se relaciona con las categorías de opresión. Pensemos en un ejemplo muy sencillo que tiene que ver con la clase: ¿existen burgueses proletarios? No, son categorías opuestas directamente, una que está en subordinación de la otra. En este caso, los hombres que se dicen feministas quieren ocupar dos lugares al mismo tiempo, el del privilegio y el de la opresión que no viven, jamás vivirán las opresiones de las mujeres, al contrario, incluso el varón más solidario seguirá teniendo una serie de ventajas políticas, culturales, sociales, económicas y demás. Este punto me parece importante no solo en razón del abordaje, sino también como una forma de reivindicar el papel de las mujeres en los medios de comunicación, quienes hemos sido relegadas a las páginas de sociales o de cultura. En el periodismo feminista se transforma en un ejercicio analítico constante de las mujeres ante diferentes realidades, lo cual implica investigación, reflexión y redacción hecha por ella misma en colaboración con otras mujeres, lo cual aporta a la generación de conocimiento de mujeres.
Entonces, ¿los suplementos de mujeres de los diarios o esas revistas “femeninas” en los que todas sus colaboradoras son mujeres son feministas? No, y más adelante diré por qué, pero de entrada, un medio feminista no replica o refuerza violencias u opresiones. Así que no, ese artículo de cómo empoderarte en la cama a través de la lencería no tiene nada de feminista.
Por otro lado, ¿puede haber contenidos feministas en medios que no lo son? Sí, hay periodistas que están logrando publicar contenidos feministas en medios que definitivamente no lo son. Esto también es parte de una lucha por espacios que se está librando, especialmente en los medios de circulación nacional e internacional y que muchas veces no se reconoce.
El periodismo feminista cuestiona y critica los sistemas de opresión: esto va encadenado a la pregunta del punto anterior. Entonces, si replica racismo, sexismo, clasismo, gordafobia, heterosexualidad, habría que preguntarse por qué nos lo están vendiendo como feminista. Y ahí está la respuesta: porque, precisamente, nos quieren VENDER algo. No nos equivoquemos, el feminismo liberal es rentable. Y, por supuesto, es un feminismo blanco, que usa playeras de esas marcas que explotan mujeres, pero que les ponen la leyenda “feminista” y se colocan en las revistas internacionales de moda.
En este sentido, el periodismo feminista cuestiona al sistema capitalista porque es en el capitalismo que las mujeres están siendo usadas para la producción y la reproducción. (Recomiendo ampliamente leer el texto de Karina Vergara “No hay capitalismo sin heterosexualidad)
“Así, la imposibilidad de relacionarse-aliarse con otras mujeres, la asignación histórica simbólica del ser para el otro, sumado todo ello a la constante vigilancia social que amenaza constantemente con la violencia exacerbada actual a las mujeres, al parecer por el hecho de ser mujeres[16], hacen de la heterosexualidad obligatoria[17] no un tema de sexualidad, de prácticas sexuales o de relaciones afectivas, sino una marca política impuesta concretamente a las mujeres en donde, por medio de mecanismos de disciplinamiento y control naturaliza la heterosexualidad como «deseo» para asegurar la “lealtad y sumisión emocional y erótica y el servilismo de las mujeres respecto a los varones” (Rich, 1985, p.25) y agrego: con el fin de dar continuidad a los sistemas económicos y políticos que en esta lealtad y servicio se sostienen. -La heterosexualidad construida como la única posibilidad para el deseo, la vida y los cuerpos de las mujeres-.”[1]
También cuestiona las representaciones de las mujeres. Es decir, ¿qué tiene de innovador, por ejemplo, seguir reproduciendo el estereotipo de mujer blanca, delgada, heterosexual que quiere complacer sexualmente a los varones?
Habría entonces que ampliar estos cuestionamientos. Yo, por lo menos, siento muchísima reticencia a esos medios que nos quieren decir qué es el placer para las mujeres desde una perspectiva heterosexual, basada en el coito, la penetración, la pornografía y las tecnologías de la industria del sexo.
El periodismo feminista lucha por terminar con la cosificación de las mujeres. De ahí que sea tan importante hacer una revisión muy minuciosa de temas, uso del lenguaje escrito, de las imágenes, el video y demás.
Aquí podría preguntarse, ¿por qué hablar de heterosexualidad si es una “orientación”? Desde nuestra perspectiva y siguiendo las conceptualizaciones de Adrienne Rich, Monique Wittig, Karina Vergara y otras teóricas feministas, la heterosexualidad más bien se refiere a todo un sistema que mantiene la explotación de las mujeres a través de diferentes mecanismos, entre ellos la creencia de que la heterosexualidad es algo natural, que las mujeres nacimos para ser madres, que tenemos un reloj biológico, que si nos quedamos solas no valemos, etcétera.
El periodismo feminista fija su agenda a partir de las mujeres: esto puede significar a veces ir contracorriente con lo que otros medios tratan y hablan. Sin embargo, hay que tener algo en cuenta: cualquier hecho noticioso puede enfocarse desde una perspectiva feminista, ya sea política, economía, ecología, cultura. Por lo tanto, podemos hablar por ejemplo, de cómo el patriarcado está presente en el consumo de animales, la participación de las mujeres desde las resistencias, la defensa de los territorios etcétera. El planteamiento de una agenda feminista propia también ayuda a generar contenidos que no son tan repetitivos, para ello se requiere tiempo y paciencia, además de una escucha activa sobre lo que las mujeres viven. La noticia a veces no va a surgir de la urgencia, sino de la observación, de relacionar situaciones, de entender cómo funcionan los sistemas de explotación, incluso en miras de denunciar estos sistemas.
El periodismo feminista no tiene como finalidad la “igualdad”: el feminismo de la igualdad explica que la lucha de las mujeres debe ser para encontrar un equilibrio en derechos y privilegios entre hombres y mujeres. Sin embargo, esta perspectiva toma como punto de partida que existen dentro de un sistema profundamente desigual, herramientas que ayudan a que las mujeres escalen socialmente para estar al nivel de los hombres. ¿Es posible esto dentro del capitalismo? ¿A qué hombres se quiere igualar y por qué? ¿De verdad queremos eso? Ni siquiera entre mujeres hay pisos para hablar de igualdad, sería silenciar todas las grandes diferencias entre unas y otras, que no se señalan con el ánimo de dividir, sino de entender que hay luchas situadas.
El periodismo feminista busca hacer visibles a mujeres que fueron silenciadas o borradas de la historia: pensemos en nuestros libros de historia, ¿cuántas mujeres podemos encontrar y quiénes son? El periodismo feminista también tiene una responsabilidad histórica para encontrar a todas esas mujeres a las que se les negó, a las que se borró con o sin querer, es regresarnos un trozo de lo que nos robaron, de lo que fuimos y de lo que podemos llegar a ser.
El periodismo feminista habla de los cuerpos de las mujeres: Es irresponsable dejar de nombrar las vivencias corporales de las mujeres cuando la base de la opresión es material, es el haber nacido y que se nos asignara una serie de opresiones por lo que se asumió que teníamos entre las piernas. Entonces, el hablar de menstruación, de mutilación genital femenina, aborto, mortalidad materna, violencia obstétrica y ginecológica, entre otros temas, es hacer visibles procesos y violencias que también se han silenciado y escondido históricamente. Esto, además, acompañado de una mirada crítica con respecto a la medicina y las ciencias patriarcales que han patologizado los cuerpos de las mujeres y sus procesos, podemos dar algunos ejemplos como la histeria, la “cara de bicicleta”, además del encarcelamiento o reclusión de las mujeres en hospitales psiquiátricos.
El periodismo feminista busca que sus fuentes de información sean mujeres: este punto puede resultar en apariencia complicado. En ocasiones queremos hablar de temas que, si buscamos únicamente en Internet o si limitamos nuestra búsqueda a fuentes institucionales, es posible que no encontremos referencias de contenidos hechos por mujeres, pero parte de la labor periodística es encontrarlas. Es reconocer nuestros conocimientos como relevantes y existentes. Aún más cuando los temas nos atañen directamente o se refieren a alguna cuestión del cuerpo (medicina, biología), que usualmente son mediados y explicados por hombres, dejando fuera la experiencia de quienes no solamente conocen del tema como expertas, sino que además los viven en carne propia.
El periodismo feminista asume su subjetividad, sin perder el rigor: uno de los ejes del periodismo tradicional es la “objetividad”, que se entiende como que la persona que escribe o que genera contenido debe dejar fuera sus opiniones, sentimientos y demás, en pos de apegarse lo más posible a la realidad. Sin embargo, esto es completamente falso, cualquier medio es subjetivo, ya sea por quién es el o la dueña, su postura editorial, y simplemente porque no podemos quitarnos de encima todo lo que creemos y pensamos. Desde el periodismo feminista se reconoce esta subjetividad como una fortaleza, ya que las periodistas mujeres forman también parte del colectivo sobre el cual escribe. Aún más, sería poco ético posicionarse desde la “neutralidad” y la objetividad ante los hechos de violencia contra las mujeres y las injusticias que se presentan en nuestro día a día.