Por Itzeltal
En el artículo anterior recuperaba el concepto de heterosexualidad como régimen político que ya ha sido trabajado por diferentes lesbofeministas. Ahí enfaticé en las violencias que la heterosexualidad despliega sobre nuestros cuerpos y ahora quiero referirme a la violencia que se manifiesta como enfermedad y muerte en la relación cuerpo-emociones dentro de un sistema feminicida. El análisis es extenso, pero trato de presentarlo lo más breve posible.
Comencemos por hablar de nuestro cuerpo como un documento vivo e histórico, como un territorio violentado por el patriarcado ancestral, colonizado culturalmente y tomado por la heterosexualidad. Y después hablemos de la enfermedad como una manifestación ante el despliegue de violencia por parte del régimen heterosexual.
Primero hay que tener claro que el cuerpo no es sólo lo que el positivismo ha querido que sea (huesos, tejidos, genética y otros esencialismos sujetos al mercado farmacéutico-político), es nuestro espacio de-construcción, es un documento vivo, es nuestra memoria histórica, se expresa, manifiesta, protesta, calla, hace rutas, siente, todo desde el entramado de historia, cultura, trabajo, religión, lenguaje, política, símbolos, significados, emociones.
En este entramado que puede leerse en el cuerpo, las feministas comunitarias hablan del patriarcado originario ancestral que, como sistema milenario de opresión contra las mujeres, se encargó de normar la heterorealidad cosmogónica como mandato y configurar roles, usos y costumbres, principios y valores que violentaron el cuerpo-territorio de las mujeres.
Cuando comenzó la colonización, se implementaron la lengua española, la evangelización y la modificación sustancial de costumbres y con ello se indujo a una memoria social basada en el sometimiento. Cambiaron las maneras de pensar-se, sentir-se y vivir-se en el mundo. Lo mismo pasa en lo sucesivo; las manifestaciones del cuerpo y las construcciones emocionales van transitando a medida que la cultura cambia y condiciona unas posibilidades de sentir, las crea, las norma. Sí, las emociones también son construidas culturalmente (y diferencialmente para hombres y mujeres), sólo que su naturalización impide analizarlas desde lo social.
Si pensamos en el actual modelo económico, vemos que se puso a la venta un nuevo modo de vida que se convirtió en ideal; la heterosexualidad se impone como un régimen que, basado en el sometimiento de las mujeres, se convierte en aspiración global. Quién podría negarse a querer una vida de película con un trabajo, un matrimonio, hijos, mascotas, casa, automóvil y toda esa salud, éxito, felicidad y bienestar prometidos a base de fetichizaciones. Desde aquí cabría preguntarse por qué a pesar de todo lo ofrecido por la heterosexualidad, las mujeres no hemos encontrado salud, felicidad ni bienestar y, sin embargo, enfermamos más, somos violentadas más y asesinadas más.
Aún así, este estilo de vivir se hizo normal y verdadero, se encarnó en nuestros cuerpos como parte de la conformación del régimen heterosexual; la heteronorma se instituyó corporalmente como principio de vida a través de diversos órganos (legales, educativos, laborales, etcétera) y se apoderó de las maneras de sentir (en) el cuerpo mediante normas que castigan y niegan otras formas de sentir que no sean heterocapitalistas. Es una constante educación erigida en el patriarcado ancestral, sostenida por el miedo y el sometimiento y reforzada por toda Institución actual. La cuestión es que un cuerpo sometido se convierte en herramienta de reproducción de una cultura y de ahí que reproduzcamos tan eficazmente y sin cuestionar al régimen heterosexual. Este régimen ha ocupado los espacios del cuerpo para sentir, pensar, hacer, desear. El modelo de vida heterocapitalista trajo nuevas formas de sentir-se, pensar-se, mover-se en el mundo y también de enfermarse.
No es nuevo que exista una relación del cuerpo con las emociones y que se pueda manifestar como enfermedad, esto se abordó desde las culturas milenarias hasta hoy. Y el cuerpo (que es texto, historia, cultura) inserto en una sociedad como la actual, está en condiciones de enfermarse de muerte por la imposición de un principio de heterosexualidad que es por lo demás violento y feminicida. Y por ello propongo que las enfermedades psicosomáticas que actualmente acaecen a las mujeres parten en gran medida de la heterosexualización (violenta y feminicida) de nuestros cuerpos. Vivir en el régimen heterosexual es una amenaza de muerte para el cuerpo. Genera formas de entristecerse, sentir melancolía, enojo, felicidad, de estar alerta, de producirse, de actuar, de mentir, de caminar, de enfermar, de morir, de todo. Genera formas de vivir y formas de morir. Enaltece unas emociones y acalla otras. Premia unas conductas y castiga otras. Sabemos además que un cuerpo enfermo es más dócil, más fácil de manipular y gobernar, más conveniente, eso que siempre ha querido y hecho el patriarcado sobre el cuerpo de las mujeres.
La relación cuerpo-emoción-enfermedad existe, la relación entre esto y el sistema heterocapitalista existe. Si vemos censos históricos, las enfermedades en mujeres no son las mismas en cada época. Sin ir tan atrás en el tiempo, desde la sociedad porfiriana, con la industrialización se fueron conformando nuevas condiciones orgánicas y emocionales que cambiaron con la instauración del neoliberalismo como todo un proyecto de nación salinista. Durante el siglo XIX las enfermedades imperantes tenían que ver con epidemias y hambrunas, para el siglo XX las principales causas de muerte se centraban en el aparato digestivo y respiratorio, así como enfermedades infecciosas. El cáncer aparecía ocasionalmente y ni la diabetes ni el VPH figuraban en los censos. Fue hasta 1975 que aumentaron los casos de diabetes y aparecían más frecuentemente las muertes por cáncer cervicouterino y de mama, esas que hoy en día están entre las de mayor incidencia a pesar de que hace unas décadas apenas se veían. Estas enfermedades psicosomáticas y sucesivas muertes nos indican no sólo números estadísticos, sino rutas sociales de políticas públicas, de concepción de salud, de filosofías de vida, de procesos culturales, de normas, emociones, etcétera. La muerte de las mujeres no es un hecho aislado ni mucho menos meramente un dato biológico, está cargado de historia y cultura. La muerte es política.
Entonces es innegable que las emociones se relacionan con los procesos de nuestro entorno; no podemos ver todos los efectos de la heterosexualidad (alienación, servilismo, explotación, violación, feminicidio) sin pensar en los efectos en nuestro cuerpo (alteración, miedo, tristeza, melancolía, enfermedades). Las emociones, los sentires construidos culturalmente, que hacen rutas corporales y hablan de historia y cultura, se presentan como protesta. Es el cuerpo que avisa que existe un problema y elabora ciertos mecanismos de defensa para no morir pronto, sin embargo, esos mecanismos se manifiestan, paradójicamente, a través de enfermedades psicosomáticas.
¿Ante qué protesta nuestro cuerpo? ¿Qué sentimos cuando todo el tiempo nos dicen que hay que tener miedo? ¿Qué sentimos cuando no sabemos si mañana vamos a comer o no, si nos van a negar un empleo por ser mujeres, si nos van a despedir del trabajo, si entraremos en el fuego cruzado del narcogobierno, si nos van a dar a elegir entre parir o ir presas, si un compañero de esos que llaman aliados va a acosarnos? ¿Qué sentimos al saber que somos cuerpo-objeto para el otro, que se nos puede tocar, violar o matar en cualquier momento a cualquier hora y en cualquier lugar, que uno de los hombres que nos amenaza virtualmente nos va a buscar hasta encontrarnos y matarnos, si un marido o un extraño en la calle va a descuartizarnos? ¿Qué emociones predominan en nuestros cuerpos dentro del régimen heterosexual? ¿Cómo sentimos el cuerpo cuando salimos a la calle? ¿Qué pasa cuando no vemos cumplidas las promesas del heterocapitalismo? ¿Qué sensaciones experimentamos al ver que (en cifras oficiales porque sabemos que son más) cada 5 minutos (hombres) violan a una mujer y hay 7 feminicidios diarios en el país? ¿De qué enfermamos las mujeres, a qué edades, cada cuánto? ¿Además de feminicidio, de qué morimos las mujeres, a qué edades, cada cuánto? ¿Las otras muertes de mujeres no son feminicidios? ¿Podríamos hablar de feminicidio gore y feminicidio psicosomático?
Cada día sentimos algo y el cuerpo manifiesta algo. ¿Qué es, de qué problema habla, ante qué se está defendiendo y de qué maneras? ¿Qué problema podría enfermarnos tan violentamente como para generar las emociones que desencadenen un cáncer por ejemplo?
Ya lo he dicho antes y no es difícil llegar a señalarlo: es el régimen heterosexual.
Me encanta mucho este texto que nos aclara como la heterosexualidad y la heterocapitalista, succiona las energias, nos subordina y nos construye las emociones de acuerdo a sus intereses. Es necesario contar con elementos que nos conlleven a cuestionarnos esta heterosexualidad e invertirle en esa posibilidad qua afloren unas relaciones de complicidad entre mujeres, un amor entre mujeres, que nos podamos ver las unas reflejadas en las otras.
Hola!! Este texto me volvío a volar la cabeza, mi madre fallecio de cáncer y creo hacer responsable al régimen heterosexual y a la religión, porque le impidieron generar otras maneras de vivir su vida!