Feminismo

Las mexicanas, una historia feminista

Una recuperación periodística de los hallazgos de la antropología, arqueología, sociología e historia con enfoque feminista en México.

Angélica Jocelyn Soto Espinosa 

Te paras frente al espejo y qué miras. Yo reconozco en mis ojos la mirada de mi madre. Mis brazos fuertes son los de mi abuela. Dicen que tengo el carácter de la tía Gila, la hermana de la bisabuela. Más atrás no alcanzo a ver nada. 

¿Cómo vivieron las mujeres durante las épocas anteriores a la última que puedo recordar? No lo sé, tengo pocos referentes para recrear cualquier imagen. Pocas fotos o pinturas, pocos registros y pocas veces sus voces en los relatos. 

En cambio, no me cuesta tanto trabajo imaginar a los caudillos de la Revolución mexicana o las familias ricas de la llamada Nueva España. Pero, ¿qué hay de las otras mujeres, de las de la vida cotidiana, las que no eran ricas, las que no estaban en la política sino en las cocinas, en los campos, a las que se retrató o describió poco? ¿Qué hacían, cómo vestían, cómo hablaban? Casi no puedo imaginarme. 

¿Quién decidió en el pasado lo que era importante registrar y lo que no? Los mismos que en el presente deciden, bajo su subjetividad, lo que vale la pena documentar y hacer noticia. Esos mismos que dejan fuera todo aquello que no les representa y, sobre todo, que no contribuye a forjar el sistema que les legitima y les mantiene en una posición de poder. 

Pensémoslo así: el jefe editorial de un noticiero decide que la noticia más relevante del día es la declaración de un político que critica a otro; lo elige por encima de la declaración de una mujer que busca a su hija desaparecida o de una víctima de violencia que exige justicia. 

Él decidió, como cada mañana, que el tema de interés nacional, la voz que debe importar a la opinión pública, la conversación en la sobremesa, es la disputa entre políticos. ¿Por qué? Porque en el orden del poder ellos son, masomenos, sus pares. Si la posición de ellos es poderosa y legitimada frente a la opinión pública, la de él también lo va a ser.    

Ese orden simbólico de lo que importa se definió y se define ahora dentro de un sistema patriarcal en el que el hombre-razón es lo dominante; va al centro y todo lo demás (lenguaje, leyes, instituciones, noticias e historia) se define con base en él. 

Nada más peligroso para nuestra ginealogía. La historia que nos enseñaron se trató por años de hombres que relatan a otros hombres, que preponderaron en sus registros sus actividades productivas –como la guerra o la política– por encima de las reproductivas y productivas que generalmente llevaron a cabo las mujeres, como la agricultura, la cocina o la educación. 

Bajo esa misma lógica se definió en la mayoría de los estudios históricos que el registro escrito tiene más valor que el oral, porque quien hizo crónica del México precolombino fueron los sacerdotes, los militares, los médicos; es decir, los legitimados dentro de ese sistema patriarcal. 

¿Pero esa es la única historia?  ¿Es la historia que ahora elegimos aprender? 

Mientras, miles de mujeres trabajaron y trabajan sostenidamente en contrasentido para recuperar los signos de nuestra existencia que, de muchas formas, es la historia de años de miles de mujeres que han vivido una resistencia ancestral para construir vida y significados fuera del sistema patriarcal, un régimen que se cimbró en México pero que no nació con él. 

Xochitécatl, «lugar del linaje de las flores».

Esa historia la rescatan y documentan, claro, otras mujeres, con sus medios, con su mirada. Se trata de antropólogas, arqueólogas, sociólogas, historiadoras, periodistas, artistas y narradoras orales que inventaron sus propios métodos para encontrar y rescatar la condición social de las mujeres en el México del pasado.

Conocer la historia que ellas están reescribiendo es un camino que nos permite conocer y relatar, desde el periodismo, las historias y aventuras más fascinantes de otras mexicanas que escaparon, en colectivo, de las opresiones para fincar formas de vida autónoma. Es también la posibilidad de poner en el imaginario de las niñas, las jóvenes y las adultas que -de forma comprobable- existieron y existen formas de vida libres, autónomas y felices para las mujeres.

Al menos esa es la hipótesis de este serial periodístico que hace una recuperación de los hallazgos de la antropología, la arqueología, la sociología y la historia con enfoque feminista que se ha hecho en México. Tal vez, al final de este compendio, podamos responder juntas a dos preguntas centrales: ¿Qué hubo antes de que se fundara el patriarcado en México? y ¿cuándo nació nuestra resistencia? 

Que sirvan estos textos para reencontrarnos cada vez que nos miramos al espejo con nuestras madres, nuestras abuelas y todas aquellas mujeres que fincaron en otros tiempos la posibilidad de nuestra existencia.

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La Crítica