Por Redacción La Crítica
Este año lanzamos una vez más nuestra convocatoria para calaveras feministas. Este tipo de texto literario, tradicional en México durante los días dedicados a las personas difuntas, tiene una historia que va más allá de su valor estético, corresponde a un acercamiento con quienes ya no están, una herramienta de denuncia e incluso de justicia poética.
La calavera se escribe usualmente en forma de verso y puede estar dedicada a gente que aún viva o a alguien que ya no está. El uso de la literatura como forma de resistencia no es nueva, por eso, cuando hablamos de calaveritas feministas, hacemos referencia a toda una serie de temas que puedan estar atravesándonos a nosotras, que nos toquen de una u otra manera.
En ellas podemos darle justicia a nuestras hermanas asesinadas, podemos nombrarlas, regresarlas a este mundo y dialogar cómo construir nuevos mundos. También podemos encarar abusadores, cómplices, machos de todo tipo, el propio estado o circunstancias dolorosas. Todo esto desde la rabia alegre, desde la risa, la ironía y cualquier recurso que consideremos necesario.
Aquí un ejemplo del año pasado:
Por Astrid Yulieth Cuero Montenegro
Muy sonriente la calaca estaba en el panteón
Vio a una joven mujer que lloraba frente a una tumba,
y le preguntó:
¿Cuál es la razón de tu dolor?
La chava a la huesuda, le contestó:
“Lloro por mi amiga, aquí enterrada,
que su ex-pareja asesinó.
Él envidió nuestra unión,
intentó apropiársela,
y destruir el cómplice vínculo que nos unía de corazón”.
La flaquita entonces la interrumpió y le confesó:
“Recuerda que tanto en el Mictlán,
como en el panteón Yoruba de las Orishás,
las muertas seguimos teniendo energía vital y voluntad.
La fuerza luchadora de nuestras ancestras racializadas,
nos sana y dignifica,
ellas logran reparar la muerte feminicida,
ocasionada por este sistema criminal.
Así que no debes estar triste,
el vínculo entre tú y ella, trascendió,
romperlo, él no lo logró,
porque esa que creías haber perdido,
a quien hoy lloras y deseas volver a ver,
escuchar y acariciar,
esa… esa soy yo”.
La joven mujer sorprendida y emocionada la abrazó,
y la calaca maravillada por su reacción la besó.
Las dos, mujer vital y cadavérica, se fundieron en un beso de amor.
¿Y qué más?
Principalmente, este recurso es también una manera de apropiarnos de diferentes formas de escritura, de sacar la voz, la creatividad e incluso una forma de llorar y luego secarnos las lágrimas. Es otra forma de combate y, sobre todo, un tributo a la memoria y también a la vida.