Feminismo

Del vagón de mujeres, personal del metro baja a empujones a una mujer

Ciudad de México, 31 ene 19.- La situación de inseguridad que las mujeres vivimos en el transporte público no es nueva. Son muchos los casos documentados donde mujeres de todas las edades fueron acosadas, violadas, asesinadas o desaparecidas luego de abordar combis, taxis y otras formas de transporte público; en semanas recientes, se han intensificado las denuncias públicas de mujeres que vivieron intentos de secuestro en diversas estaciones del metro de la Ciudad de México sin que las autoridades competentes hayan respondido con un plan de acción para prevenir y rescatar.

En esta ocasión, compartimos la denuncia pública que nos comparte una lectora que presenció violencia y abuso de autoridad, a propósito del incumplimiento constante a los artículos 161 y 230 del Reglamento de Ley de Movilidad de la CDMX, donde se estipula que quien viaje en los vagones exclusivos y no sea mujer, niña, niño, mujer adulta mayor o mujer con discapacidad, puede ser acreedor a una sanción de 21 a 23 veces la UMA (Unidad de Medida y Actualización) o un arresto de máximo 36 horas. A continuación reproducimos toda su crónica.

Metro de la CDMX

El pasado 22 de enero, aproximadamente a las 13:25 horas en la línea 8 del Metro de la Ciudad de México, dirección Constitución de 1917, una pareja heterosexual de la tercera edad abordó uno de los vagones exclusivos para mujeres. El vagón no iba a su máxima capacidad, pero sí habíamos mujeres de pie.

Al mirar al señor, una joven mujer le cedió su asiento, quedando a lado de una señora también de avanzada edad. Apenas se sentó el hombre, la señora le preguntó con ecuanimidad qué hacía ahí, el señor la miró y enseguida la ignoró. La señora volvió a insistir, a lo que el señor respondió un «¿qué?» entonces la señora le aclaró que ese era el vagón exclusivo de mujeres, que se fuera al mixto. Él respondió que iba con su esposa.

En ese momento llegamos a otra estación, mujeres bajaron y la esposa del señor logró asiento desocupado para ella misma cerca de la puerta, de lado contrario de su esposo. Otra mujer, a lado de la esposa, cedió el asiento al hombre para que se cambiara de lugar.

La señora insistió en que mejor se cambiara de vagón. Al momento de levantarse del asiento que ocupaba, el señor le lanzó improperios, entre groserías y manotazos le dijo que no anduviera de metiche.

Ella, valiente, se levantó y le contestó que por esas maneras de conducirse hacia las mujeres es por lo que no debía ir en ese vagón. A partir de ahí comenzaron los gritos, el tren avanzó y entre señalamientos al reglamento por parte de ella, y burlas de él, la mujer fue empujada por el anciano que afirmó que no tenía porqué bajarse.

El anciano llegó por fin a lado de su esposa. La señora, ahora enojada, comenzó a decir a las pasajeras que por eso los manoseos a las muchachas no paraban, porque no nos unimos y sacamos a los hombres de los vagones de mujeres. Otra mujer y yo la respaldamos, mientras el resto comenzaron a chiflar y gritarle groserías.

La esposa del hombre comenzó a gritar que bajaran a la señora que reclamaba. Mujeres jóvenes, ninguna mayor a unos 18 años comenzaron a rodear a la señora, que insisto, era de la tercera edad, le gritaron a pocos centímetros de su cara. Entonces, la otra joven que la apoyó, se acercó a la palanca de seguridad y la activó.

Al llegar a la estación Apatlaco, las puertas tardaron en ser abiertas, pero cuando ocurrió, no había personal de seguridad cerca, mujeres subieron y bajaron sin ningún problema, mientras la señora se asomaba pidiendo ayuda.

Las puertas se cerraron y al no poder avanzar por una segunda palanca activada por otra de las mujeres que apoyó a la señora, se apersonaron dos hombres sin identificación visible.

Sólo el hombre de menor estatura portaba una chamarra con el escudo del metro

La señora les explicó que estaba ahí un hombre que no quería bajarse, uno de ellos, el de más baja estatura, preguntó, entre risas, si nos estaba haciendo algo, a lo que algunas mujeres respondieron que no, que era la señora quien les estaba haciendo perder el tiempo.

El sujeto más alto desactivó las palancas, enseguida salieron. Otra mujer volvió a activar la palanca apenas terminaron de salir los hombres y entonces nuevamente los gritos y manotazos de las mujeres.

Entre burlas e intentos de que el metro continuara su trayecto, desactivaron las palancas

El hombre de baja estatura amedrentó a la señora diciéndole que podría ir a la cárcel por activar la alarma, y acto seguido, la tomó por el brazo mientras ella gritaba que la soltara, que la falta era del hombre en el vagón, no de ella. Fue empujada hacia el andén.

El sujeto se quitó de la puerta dos estaciones después, en clara muestra de amedrentamiento contra las otras dos mujeres

La otra chava que apoyó a la señora intentó salir atrás de ella, que era llevada por el trabajador del metro, pero el de más alta estatura se puso en medio tapando la puerta que enseguida se cerró. Pudo bajar tres estaciones más adelante, y al volver a la estación donde todo ocurrió ya no encontró a la señora ni a los hombres.

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La Crítica