Por Montserrat Pérez
montserrat@impetumexico.org
La huerta feminista. La posibilidad de sembrar y cultivar plantas, de entender ciclos, de emprender un viaje hacia el proceso de producción alimentaria consciente o un huerto medicinal. Suena maravilloso, aunque también a veces un tanto complicado.
¿Y si no tengo el espacio? ¿Qué pasa si en mi casa no pega el sol? ¿Qué pasa si no tengo “mano” para las plantas? Éstas y otras preguntas se nos vienen a la cabeza. Y es que el cuidado de las plantas involucra responsabilidad, tiempo, cuidado, pero los resultados valen la pena.
Hay algunos puntos a considerar antes de comprar semillas, macetas y tierra:
¿Cuánto espacio tienes o qué espacio puedes destinarle a tus plantas? No necesariamente tiene que ser un gran espacio, inclusive puede ser una pared.
¿Qué tipo de huerta te interesa: para alimentación, medicinal, ambas?
¿Puedes invertirle tiempo a tu huerta?
¿Qué tipo de clima hay donde vives?
¿Hay algún espacio solidario agrícola en tu comunidad donde puedas encontrar materiales para tu huerta? ¿Dónde podrías conseguirlos?
Iniciar la huerta
Una vez que elegiste el espacio donde vas a colocar tu pequeña huerta, decide el tipo de soporte en el que estará (¿macetas, huacales o cajas, cajones, botellas de PET, jardín?). De esto dependerá el tipo de tratamiento y materiales que requerirás después.
Selecciona un sustrato adecuado. La tierra y los nutrientes que le vas a dar a tus plantas son básicos para su salud, es su alimento y, al final, tú también lo vas a consumir. Evita los fertilizantes artificiales y químicos que no conozcas, investiga antes cuáles son los nutrientes que requiere la planta que quieres sembrar.
Decide qué plantas y semillas comprarás. Si quieres iniciar de cero, toma en cuenta que la semilla requiere un cuidado especial, tiempo y constancia, no germinan de la noche a la mañana, ten paciencia. También toma en cuenta que hay plantas a las que el transplante no les sienta bien, es mejor sembrarlas directamente donde van a crecer.
Para la huerta medicinal, investiga cuáles son las plantas que te interesan y cuáles son sus propiedades, para esto hay manuales que contienen los nombres comunes y su uso, así como su situación de riesgo. Si vas a sembrar en un cajón o un trozo de tierra, las plantas van a necesitar una distribución particular, hay algunas que necesitan más espacio a los lados y una mayor profundidad de siembra, así como un consumo mayor de nutrientes. Realiza el esquema antes. Lo mismo aplica para las plantas de consumo alimenticio y los tubérculos.
Considera que el lugar debe tener sol y aire, el oxígeno también es muy importante, no sólo para las plantas y su nutrición, sino para el mantenimiento de la tierra y el control de plagas como hongos y pequeños insectos.
Comienza a sembrar y diviértete, observa el crecimiento de las plantas, tómate tiempo para observarlas, olerlas, sentirlas y entenderlas. Si llegan a tener alguna plaga, usa insecticidas y fungicidas naturales, muchas veces agua y sol son lo único que requieren para estar bien.
Si te decides a no tener tu huerta…
Puede que decidas mejor no tener tu huerta, pero hay otras opciones con las que puedes apoyar la producción autónoma y feminista de plantas y alimentos:
Conoce quiénes están sembrando: pregunta por productoras autónomas y dónde se encuentran. Entre un 60 y un 80 por ciento de los alimentos son cultivados y producidos por mujeres en países en desarrollo y 50% en todo el mundo, de acuerdo con la Origanización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Sin embargo, el reconocimiento de esta labor es casi nula. ¿Dónde están las productoras? ¿Cómo podemos apoyarlas a ellas y no a quienes usan su trabajo para beneficiarse económicamente?
Compra a las mujeres de tu localidad: fomenta las economías entre mujeres, busca los negocios donde puedas comprarles.
Pregunta por el origen de tus alimentos: puedes preguntar de dónde vienen los alimentos que vas a comprar y elegir los que impliquen un menor impacto ambiental y social.
Investiga cuáles son los cultivos de temporada, consume plantas y vegetales cuya producción no agote otros recursos naturales.
Date tiempo para apreciar lo que se tardó en crecer y cultivar el alimento que vas a consumir. Cada planta tuvo un proceso largo antes de llegar a ti, disfrútala.
*P.D. Escribí este artículo gracias a los procesos emocionales por los que me ayudaron a pasar mis plantitas. Más que un pasatiempo, han sido una terapia de vida, compañeras de pesares y alegrías, así como una forma de entender el mundo de manera distinta, de comprender cómo el sistema de consumo patriarcal explota lo que puede y cuando no lo quiere, lo desecha. Esto sucede con tierra, plantas, mujeres, animales. La huerta es feminista porque, aunque sea a un nivel muy chiquito, logra desprenderse de este sistema, además de que implica un proceso de cuidado y autocuidado.