En esta sociedad capitalista y patriarcal en que vivo solo se educan a hombres y mujeres, dos grandes categorías en una relación de poder heterosexual que sostiene el mundo, es decir, donde las mujeres somos explotadas por los hombres. No es la única categoría de clasificación, también está raza y operan similar.
Continuamente las mujeres en el feminismo hablamos de resistencias, son resistencias porque lo que hicieron de nosotras lo tenemos inscrustado en los poros, pero vamos resistiendo, creando otras posibilidades de libertad, por ejemplo, alesbianarse.
Debo decir que ser lesbiana no implica dejar de ser mujer, es una resistencia desde la categoría de mujer. Yo sé que Wittig dijo que las lesbianas no somos mujeres, se refería a que desobedecemos la categoría mujer, se refería a que nos fugamos de ella al no darle servicio a los hombres, es verdad, escapamos a la apropiación individual, pero ojo aquí, no colectiva, porque ninguna lesbiana estamos excentas de ser violadas o asesinadas porque seguimos siendo mujeres y los hombres saben que pueden apropiarse de nosotras, así que ser lesbiana es una resistencia dentro de la categoría de mujer.
En este sentido, ser lesbiana es una posibilidad para todas, es un ejercicio de desobediencia para cualquier mujer porque la lesbiana es una mujer con cuerpo sexuado de mujer, educada mujer, pero en franca desobediencia de muchos mandatos, pero repito, sigue siendo mujer porque las categorías solo son dos y a aquellas con cuerpo de mujer las educan como mujeres, nos educaron como mujeres y no podemos negar esto, como tampoco nuestras desobediencias.
Todas las feministas de vida sabemos que arrancarnos los mandatos de la sumisión nos cuesta y nos está costando muchísimos años. Yo creo que ninguna sostendríamos que nos arrancamos todo por completo, es que no es posible. Así qué nos resulta una verdadera sopresa que cuando un varón nos viene a decir que él sí «cambió de género» de un día para otro, vía maquillaje o vía cirugías, no lo dudemos un solo segundo.