Por Deyanira Morales Sánchez
A lo largo de estos días de cuarentena hemos leído que la violencia contra las mujeres y niñas ha ido en aumento; lamentablemente han salido noticias de niñas que han sido asesinadas en sus propias casas, tal son los casos de Ana Paola y Jennifer, niñas a quienes les arrebataron la vida en sus propios espacios.
Las niñas NO están seguras ni en la calle ni en la casa, estadísticamente se ha comprobado que los principales abusadores se encuentran dentro del primer círculo de socialización, es decir, la familia, son esos tíos, primos, padrastros, abuelos, amigos de familiares que se encuentran muy cerca de las niñas; son aquellas personas que podrían pasar desapercibidas en la escala de riesgo, pero que por la cercanía que tienen con las víctimas se convierten en los abusadores potenciales.
En estos meses de emergencia sanitaria, el contexto ha hecho que muchas niñas y mujeres se recluyan en sus casas y queden en confinamiento, lo que en muchos casos es riesgoso ya que muchas de esas mujeres tienen que vivir y/o pasar más tiempo con su abusador; en familias confinadas en espacios muy reducidos, las niñas deben dormir, cambiarse e interactuar con sus abusadores.
En México, debido al contexto socioeconómico, es muy común encontrar la famosa “familia muégano”, a raíz de eso se ha romantizado e idealizado la idea de la familia, por lo que existe una confianza invasiva en la interacción familiar, muchas personas normalizan que las niñas se cambien delante de primos o hermanos, así como bañarse con el tío o el abuelo, también el hecho de dormir en un mismo espacio y que la cama la compartan con la pareja mientras la niña está en medio.
Todas esas acciones se pueden convertir en eventos traumáticos para las niñas, puesto que su vulnerabilidad e intimad se ve afectada y exhibida. El abuso sexual tiene una connotación errónea, en muchos contextos se piensa que el abuso sexual solo se comete cuando hay un tocamiento de por medio, lo cual es un error.
Existen diferentes tipos de abuso sexual:
Como pueden observar hay diferentes tipos de abuso sexual que no implican un tocamiento directo, por eso es muy importante estar pendientes de las interacciones familiares con las niñas de nuestros entornos, revisar cómo las miran, qué les dicen, qué les muestran, cómo son las interacciones de los hombres que habitan la casa.
Si eres tía, prima, mamá o cuidadora de alguna niña y has notado que algunas de estas situaciones suceden, debes saber que no estás sola y que NO ES NORMAL lo que sucede, una de las principales cosas que se deben de hacer es preguntar a nuestras niñas alrededor las siguientes preguntas, de manera que nos permita tantear su situación.
A la par de hacer estas preguntas, es necesario hablar con las niñas de las violencias que atraviesan a las mujeres, hablar abiertamente del abuso para que aprendan a identificarlo. Aunado a ello, es importante revisar sus acciones, es decir, si al bañarse o dormirse cierran con seguro -¿a quién le temen?-; si se sienten incomodas al cambiarse o con alguna parte de su cuerpo, si hay heridas o marcas inusuales.
A lo largo de mi vida profesional he interactuado con muchas niñas que han sufrido abuso sexual, he escuchado a sus familiares minimizar, normalizar y justificar los abusos sexuales, expresiones como “Es que estaba borracho”, “Es que fue un accidente”, “No sabía realmente lo que hacía”, son muy comunes. Pero la realidad es que las niñas NO SE TOCAN.
En momentos como los que estamos viviendo resulta necesario generar redes de apoyo que nos ayuden a identificar situaciones peligrosas, hay refugios que reciben a mujeres y niñas mientras sus contextos mejoren. Si necesitas ayuda, o sabes de alguna mujer que pueda necesitarla, dejo algunas imágenes de servicios de emergencia y apoyo.