Por Alejandra Campos Vázquez
Con lo sucedido el pasado 19 de septiembre pude ver la reacción de las personas, soy psicóloga y me es fundamental conocer los pensamientos y observar el comportamiento ante los diferentes sucesos de la vida diaria; al ser feminista me concentro principalmente en las mujeres.
Fue sorprendente ver como ellas se movilizaron, quedo de lado el estereotipo… claro, esto solo en algunas mujeres. Conforme pasaban los días me percate de varias cosas.
La primera, el terremoto ocurrió en un horario en que, normalmente, las mujeres amas de casa están en sus hogares encargándose de las tareas reproductivas, por lo tanto muchas de las personas que murieron en los derrumbes son mujeres y no puedo evitar pensar en que, seguramente, de ahí viene la urgencia del gobierno por levantar los escombros sin importar si aún hay personas atrapadas con vida, porque recordemos que dentro del sistema patriarcal, del cual nos es casi imposible escapar en este tipo de situaciones, el cuerpo de las mujeres solo tiene el propósito de servir, de ser y hacer para otros, por lo tanto, un cuerpo dañado, lesionado, sin vida no es tan importante, basta con recordar a las víctimas del edificio de Chimalpopoca.
En segundo lugar pienso en como dentro de este sistema se ha utilizado a las emociones como herramienta para la opresión, para el control. El miedo, por ejemplo, es una emoción innata que tiene la función de protegernos y ponernos en alerta ante los peligros reales, como un sismo. Como mujeres se nos ha enseñado que el miedo es algo de nosotras pero, más que tener una función de supervivencia, se nos condiciona a vivirla como una emoción que nos incapacita, nos inmoviliza, nos entorpece y nos hace depender de alguien más y actuar de maneras autodestructivas. Es así como este miedo nos lleva a desarrollar Trastorno de Estrés Postraumático y claro, una vez trastornadas nos es imposible pensar y actuar de una manera adecuada para la supervivencia.
Basándome en esa reflexión, pienso también en como el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM) tiene un papel fundamental en el mantenimiento y perpetuación del sistema. En este se dan ciertos criterios para diagnosticar a personas con determinados trastornos mentales, basándose en la opinión de unos cuantos psiquiatras; así sin más, sin analizar las situaciones, sin analizarlas emociones y tachándolas de patológicas cuando lo único que se necesita, en cuanto a lo emocional es conocerlas, saber identificarlas y direccionarlas según la situación.
Por otro lado, y complementando lo anterior, científicamente, (recordemos que en este sistema, lo que es “científico” o “natural” es incuestionable, inamovible) a las mujeres se nos considera como seres emocionales, por lo tanto, irracionales, incapaces de actuar de manera asertiva, con tendencia a los trastornos mentales, y claro, con lo ocurrido el 19 d septiembre, tenemos como resultado a mujeres incapaces de lidiar con sus propias emociones y hasta muriendo de infartos provocados por el miedo, porque en el inconsciente colectivo tenemos la premisa de temer, de no saber actuar, de depender, de no encontrar soluciones si no es para y por otros, en fin, de tener poco o ningún valor como personas.
Considero que hace falta un análisis profundo sobre este tema, sobre como la construcción que tenemos como mujeres en cuanto a ideología, emociones y conductas nos daña, nos deja en el abandono, en el olvido y no solo por parte de la sociedad, también de nosotras mismas como mujeres, de nosotras mismas en lo individual.