Por Luisa Huerta (Menstruadora)
Tuve conocimiento de un espacio autodenominado feminista en agosto de 2015. Anunciaron su existencia con varios conversatorios pequeños y dos eventos: a) Una marcha translesbianayfeminista, a la que llamaron erróneamente lesbofeminismo, con una trans encabezando la movilización y mujeres gays, así como hombres, en el contingente; y b) la 6a edición de algo llamado femstival, un festival cuir en esa edición dedicado al porno feminista, donde proyectaron películas de violaciones a mujeres y niñas, como A Serbian Film, sin crítica de por medio, si imaginamos en el mejor de los casos, que tenían alguna crítica.
Miré con atención lo que empezaba a ocurrir en la Ciudad de México, pues en un solo lugar se reunió el feminismo que se producía en esta ciudad, es decir, el feminismo partidista, neoliberal, anarco-cuir-colonial, académico, lésbicodiverso, etcétera, a modo de un centro comercial de los feminismos, es justo eso lo que quiero decir: La Gozadera es el centro comercial de los feminismos neoliberales.
En aquellos días recién habían asesinado a 4 mujeres (Nadia, Yesenia, Alejandra y Mile) en la colonia Narvarte y algunas pequeñas colectivas feministas nos atrevíamos a salir a la calle, cuando aparecía este negocio como un embate más hacia nosotras desde el capitalismo feroz: estábamos de frente al surgimiento del primer bar-restaurante autodenominado feminista en este contexto neoliberal actual donde el feminismo había dejado de significar resistencia y empezaba a significar las caras blancas de Emma Watson o Estefanía Vela, por mencionar a algunas de las estrellas más pop-ulares y jóvenes de este feminismo comercial mundial y local.
¿A qué daría paso este negocio y qué dinámicas comenzarían a cambiar? A un año de la existencia de este bar, las consecuencias son más que claras:
La Gozadera concretó en un lugar la elegebeitización del feminismo, es decir, el actuar feminista se volvió una identidad urbana situada en un un restaurante bar con dinámica de antro, y no en un actuar de resistencia antipatriarcal. Muy similar a lo que ocurre con el bar UTA y su clientela darki-darketa, el Chopo con su clientela punketa y la Purísima y su clientela elegebeté.
La Gozadera concretó en un lugar el consumo del feminismo que redujo a una cerveza, décadas de propuesta y vidas feministas.
La Gozadera trivializó las diferencias entre feminismos mirándolas solo como clientas, por lo que no vio problema en acoger por igual a feministas políticas partidistas, heterofeministas autogestivas, anarco-cuir-colonialistas, academicistas descoloniales, así como lésbicodiversas que aprendieron del bar que el lesbofeminismo significa lo mismo que diversidad sexual más cuir, y no, eso no es lesbofeminismo.
La Gozadera desvaneció propuestas y reflexión para pasar a llamar a la clientela de un negocio «comunidad feminista separatista», en un acto de despojo de nuestros conceptos y sueños.
La Gozadera se volvió el único lugar de referencia y aprendizaje de feminismo legítimo en la ciudad, tal y como ni el publicista más despiadado lo hubiera soñado, con todo y colectivas feministas llenando su cartelera para atraer más clientela, con muchos hombres como clientes, mirones y agresores.
La Gozadera puso en evidencia que las feministas no estábamos preparadas para vernos a nosotras mismas como un nicho de mercado, por lo que caímos en el cuento de que se acudía a un espacio feminista, y no a un negocio que usa el feminismo para la venta de drogas, alcohol y el consumo de cuerpos de mujeres para varones , y también entre mujeres, como el capitalismo entiende el lesbianismo.
La Gozadera puso en evidencia que no nos pusimos en alerta entre nosotras – quizá nos sentimos inmunes a la atención capitalista- y fuimos a caer una a una en este centro comercial de feminismos neoliberales.
La Gozadera es el anuncio de lo que va a pasar en otros estados con presencia feminista, porque esto es sobre el colonialismo, esto vino exportado de España y a la vez la Ciudad de México lo exportará a los lugares que se dejen. Por eso escribo esto ahora, porque la Gozadera aparecerá en cada municipio cuando la lucha feminista empiece a tomar las calles. La Gozadera es la estrategia desde el capitalismo para que nuestro feminismo termine por significar bailar alcoholizadas, ocupadas por follar y ligar, drogadas y consumidoras de cerveza, ocupadas en sentir de acuerdo a los marcos de deseo patriarcales, violentándonos entre nosotras, o violentadas por ellos -como siempre- con las típicas actitudes heteropatriarcales, pero eso sí, con una agenda con dos que tres talleres de temática cuir lésbico diversa académica performancera cuando nos aburramos. ¡No vayan a decir que los bares no hacen nada!
PD: Recomiendo leer este texto de denuncia a la gozadera que elaboró La Que Arde y que La Crítica republicó aquí.