Estaba la Catrina,
muy enojada en el panteón,
porque ya no había espacio
para tanto macho fanfarrón.
Se vino muy decidida
a enterrarlos por montón,
empezando por los babosos
que le gritaban en el callejón.
Ya traía en su lista
a los que golpean y violan,
pero no dejó fuera
a los que humillan y acosan.
No faltó el ignorante
que «feminazi» la llamara,
pero la calaca muy campante
al machirul ignoraba.
Al finalizar el día,
hubo gran fiesta en el panteón,
con pancartas, batucada
y una ofrenda de pilón,
celebrando que los machos
ya en la tumba estaban,
que el mundo era feminista
y las mujeres lo disfrutaban.
Autora: M Barrera