Por Montserrat Pérez
Rubí Marisol Frayre Escobedo tenía 16 años cuando, en agosto de 2008, desapareció. Su madre, Marisela Escobedo, inició una búsqueda incansable para encontrarla. De Rubí encontraron unos huesos calcinados. Marisela quería justicia y sabía que la había asesinado Rafael Barraza Bocanegra. Esto lo descubrió gracias a una investigación que inició por su cuenta, así como su paradero: Fresnillo, Zacatecas. En abril de 2010, la fiscalía del estado de Chihuahua lo deja libre “ante ausencia de pruebas”. El 16 de diciembre de 2010 asesinan a Marisela frente al palacio de gobierno de Chihuahua con un tiro.
El entonces gobernador del estado, César Duarte, dio por cerrados los casos de feminicidio tanto de Rubí, como de Marisela, pues, de acuerdo con versiones oficiales, Barraza Bocanegra, autor del asesinato de Rubí Marisol, murió durante un operativo del ejército en Zacatecas, donde se escondía. En el caso de Marisela, se identificó como al tirador como José Enrique Jiménez Zavala, quien se encuentra actualmente recluido en el penal estatal de Chihuahua.
¿Caso cerrado?
El 18 de diciembre de 2010, dos días después del asesinato de Marisela, un comando armado “levantó” a su cuñado, Manuel Monge Amparán. La familia de la activista tuvo que huir a Estados Unidos debido a las constantes amenazas contra su seguridad.
Ese mismo año, se registraron más de 300 feminicidios únicamente en Ciudad Juárez, Chihuahua. Del 2000 al 2014 se contabilizaron alrededor de 26 mil 265 asesinatos de mujeres. Se estima que, de 1985 a 2015, se cometieron en México 40 mil feminicidios. Hasta 2009, el conteo era de 34 mil feminicidios. Actualmente hay un promedio de 7 asesinatos de mujeres diariamente.
En todo México hay madres buscando a sus hijas y buscando justicia para sus hijas. ¿Dónde está la justicia para ellas? El asesinato de Marisela Escobedo fue un feminicidio también. ¿Las amenazas de muerte y la negligencia por parte de las autoridades hacia las madres no es violencia feminicida? Sí, porque el estado no sólo se rehusa a investigar los crímenes contra las mujeres, sino que es cómplice y mano ejecutora de violencias simbólicas, psicológicas, físicas y sexuales.
No hay caso cerrado. Hay miles de casos abiertos. Marisela y Rubí no son casos, son vidas que se llevaron por un odio enquistado hacia las mujeres, por negligencia, porque sí. Han pasado 6 años desde la muerte de Marisela y 8 años desde la de Rubí. Las nombramos. Las recordamos. No hay perdón ni olvido.