5 acciones sencillas para ayudar en la búsqueda de mujeres desaparecidas
Por Montserrat Pérez
Ayer caminaba por la calle hacia mi casa sin prestarle mucha atención a nada. Cuando llegué a una esquina noté que en el poste de luz había varios papeles pegados, entre ellos, la ficha de una joven desaparecida. Sin embargo, la ficha estaba tapada por un volante de algún cursillo irrelevante de los que da la delegación. Honestamente, me enojé bastante, arranqué el volante y dejé lo más visible la ficha. ¿Qué no se dan cuenta que es una cuestión de vida o muerte?
Nos preguntamos dónde están las mujeres que «desaparecen», pero las acciones para encontrarlas a veces son limitadas, no por falta de ganas por parte de quienes les interesa, sino porque a veces no sabemos ni por dónde empezar. En Internet, las páginas que se dedican a compartir fichas de personas desaparecidas son sobrecogedoras, son decenas y diario se suman más, terriblemente.
¿Qué podemos hacer nosotras desde donde estamos? ¿Hay algo que podamos hacer? Me parece que la respuesta es sí, podemos hacer algo, en realidad hay varias cosas que podemos hacer.
Fíjate en las mujeres que viven cerca de ti. No me refiero a que las conozcas a todas por nombre y apellido, sería lindo, tal vez, pero es poco factible. Cada día transitamos por calles y zonas más o menos iguales, tenemos ciertas rutas, a lo mejor de la casa al mercado o de la escuela al metro, en esos trayectos solemos toparnos con mujeres y niñas a las que ya reconocemos: la chica que sale a la misma hora que yo, la señora que pasa por sus hijes a la escuela, las vecinas que salen a hacer ejercicio, etcétera. El ejercicio es hacer esto de manera consciente, de tal manera que si en algún momento alguna necesita ayuda, podamos hacerlo o, en caso que desaparezcan, dar alguna información sobre dónde y cuándo la vimos por última vez. Esto implica una labor de cuidado y es algo simple. Ubicarnos, saber que estamos ahí y notar si algo raro sucede.
Sí, comparte las imágenes de mujeres desaparecidas, pero ponle atención a las de la zona donde vives. Como mencionaba al inicio del texto, a veces es apabullante la cantidad de fichas y peticiones para compartir imágenes. Hay días en los que me siento a intentar recordar los nombres y las caras de las chicas que veo en los perfiles de Twitter o Facebook que se dedican a dar información sobre desaparecidas. Lo cierto es que es muy complicado, pero también he notado que si busco específicamente a quienes han desaparecido por la zona que vivo, es más fácil que las recuerde y que las busque, y por buscar me refiero a fijarme en los rostros, de nuevo, es un ejercicio que va con el punto anterior. Tal vez la vi, a lo mejor y vi que alguien la estaba siguiendo, igual y se subió a un taxi o un camión. Actualmente trato de comprometerme a dos mujeres que pueda recordar muy bien, busco información y estoy atenta.
Préstale atención a las señas particulares. Cada ficha de desaparición tiene una sección que se llama así «señas particulares», ahí mencionan color de pelo, cicatrices, marcas en la piel, tatuajes, detalles. Y en los detalles podemos generar nuestra propia base de datos mental sobre quienes estamos buscando. Hace años, en el metro, pensé ver a una persona que vi en una ficha de desaparición. Recordaba el rostro por alguna razón, pero también recordé que la persona desaparecida tenía un tatuaje visible. Esta persona no. Pero pudo haber sido.
Infórmate sobre qué hacer en caso de encontrarla. Sí, esto es posible. Y, en esos casos, necesitamos saber qué hacer. Es decir, no solamente se trata de prestar atención, sino saber con quiénes comunicarnos. ¿Había algún número en la imagen que viste? Guárdalo en tu celular o anótalo donde puedas encontrarlo fácilmente. Recuerda que en este sentido los segundos son muy valiosos, investiga, inclusive si hay un número directo con lxs familiares, guárdalo también.
Genera una red de confianza. Este punto es más bien para el cuidado propio y el de las mujeres cercanas a nosotras. ¿Tengo a quien llamarle si es muy tarde o si me siento insegura en algún lugar? ¿Sé si llegó mi amiga/sobrina/pareja/madre a casa segura? ¿Qué herramientas tengo para eso? ¿Tenemos algún código de emergencia? Son cosas que ya hacemos, pero podemos hacerlo de manera mucho más estratégica. Si bien no es agradable ni bello pensar en qué hacer si desaparecemos o alguien cercana a nosotras desaparece, es necesario. ¿Quiénes son mis contactos de emergencia? Si me llaman y me dicen que no encuentran a alguna amiga o familiar, ¿qué puedo hacer? ¿Conozco SUS contactos de emergencia? ¿Podría ir a su casa a buscarla?
Hay muchas más acciones que podemos llevar a cabo, pero éstas me parecen que podemos realizarlas de manera cotidiana. Implican estar muy despiertas, pero también son sencillas. Por ejemplo, si voy a estar en el metro una hora, puedo darle una mirada a mi alrededor, para ver si reconozco a alguien. Emocionalmente puede llegar a ser doloroso, pero es más doloroso que esas fichas que vemos pegadas pasen desapercibidas y que pasen los días sin que encuentren a todas esas mujeres y niñas que un día se esfumaron. Nadie se esfuma. Podemos ser quien las ayude a volver a casa.